A mediados de junio del calendario lunar, los Ha Nhi se preparan para la celebración de la temporada de lluvias. Durante cuatro días consecutivos expresan su agradecimiento a las deidades y homenajean a sus antepasados por darles la bonanza del tiempo y abundantes cosechas, y les piden seguir bendiciendo a la comunidad.

Como ya es tradición, el columpio protagoniza el ambiente festivo en los hogares y toda la aldea.

En la fecha en que rinden tributo a los ancestros, después de la comida cada familia instala en el centro de su casa un balancín dedicado exclusivamente a los niños. Una rama de árbol, que sirve de asiento, cuelga de dos cuerdas de unos tres metros de largo, sujetas fuertemente en la viga horizontal de la vivienda.  

En el espacio dedicado al grupo étnico Ha Nhi en la Aldea de Cultura y Turismo de las Etnias Vietnamitas, en Dong Mo, Hanói, un columpio igual, pero de mayor tamaño, de seis o siete metros de altura, está siendo levantado para el disfrute de todos.

Mientras unos muchachos se enfrascan en la tarea, varias chicas de la etnia cantan para alentarlos. Ma Ly Pha, de la comuna de Ka Lang, en el distrito de Muong Te, provincia de Lai Chau, está atando dos cuerdas a una barra de bambú en sus dos lados, sostenida por tres troncos de ese árbol en cada uno como dos gigantes trípodes hincados en el suelo. Su esposa corta una rama de la ortiga blanca y la coloca en el asiento.

Sobre este detalle, Vu Phuong Thao, del Centro de Arte de la provincia de Lai Chau, explicó: “La planta de la ortiga blanca se usa para espantar los malos espíritus, que según la filosofía ancestral de la etnia Ha Nhi, vagan por la zona. Creen que el acto permite a los pobladores entretenerse tranquilamente con el balancín y que nadie sufrirá accidente durante el juego”.

Existen algunas reglas que deben respetarse, como agregó Phuong Thao: “Aunque no hay muchas prohibiciones, se tiene que recordar que nadie puede tocar el columpio si no se finaliza el ritual para expulsar a los malos espíritus y pedir seguridad a los jugadores”.

Ma Ly Pha, jefe de la aldea, se encarga de dirigir la ceremonia. Ata la rama de la ortiga blanca al balancín y después, lee una oración pidiendo a los fantasmas alejarse del lugar y no perjudicar a los jugadores ni a su ganado. Impulsa el columpio hacia delante. La caída de la rama o alguna de sus hojas es señal de que ya pueden disfrutar del trapecio.

Go Nhu, residente en la comuna de Ka Lang, del distrito de Muong Te, Lai Chau, dijo que en cada partido participan dos personas, una sentada y otra de pie. Estos deben usar toda su fuerza para balancearse lo más alto posible y así ganar los aplausos de los espectadores. La muchacha agregó: “El que está de pie debe columpiarse con todo lo que pueda. Los Ha Nhi creemos que cuanto más alto nos balanceamos más suerte tendremos durante el año, tanto en la vida individual como para nuestra familia”.

Claro está que el juego de columpio es más que una mera actividad recreativa para esta comunidad. Ma Ly Pha dijo: “Los ancianos cuentan que en un año durante sus faenas laborales los humanos ofrendan varias veces a la naturaleza, por lo que hacen este balancín para pedir disculpas al cielo y a la tierra. Las personas se mecen en el columpio para expresar su remordimiento y a la vez agradecer a las deidades”.

Los Ha Nhi solo levantan y juegan el columpio en la celebración en honor a la lluvia. Lo desinstalan después de terminada la fiesta y solo vuelven a erigirlo en la del próximo año.