(VOVWORLD) - El grupo étnico Thai en la provincia norteña de Son La preserva la costumbre de celebrar el primer mes de vida de los bebés o, como ellos lo llaman, el rito “Tam nhá bươn” o “thôi nôi”, que significa “dejar la cuna”. El ritual se organiza de modo sencillo y no precisa de grandes inversiones económicas ni de tiempo, pero contiene muchos significados culturales propios de esta etnia.
Según la costumbre, cuando una mujer de la etnia Thai da a luz, tanto la madre como el niño o la niña tienen que acostarse cerca del fuego en el palafito de su familia durante 5 hasta 10 días antes de ser trasladados a su dormitorio principal. Esta práctica ayuda a mantener el calor y garantizar la salud de ambas personas, especialmente frente al frío invernal. Cuando el bebé cumple un mes de vida, la familia invita a un chamán a casa para realizar el rito “Tam nhá bươn”.
El portabebés elaborado por la abuela para su nieto. |
Tong Van Hia, de más de 80 años, un embajador cultural de la etnia Thai en la aldea de Mong, de la ciudad de Son La, contó: “Según la costumbre de la etnia cuando una mujer da a luz a un niño o una niña tiene que realizar el rito ancestral destinado a revitalizar el alma y el espíritu tanto de la madre como del bebé después de su parto. Se ora para que la madre esté sana para criar bien al bebé en espera de su crecimiento rápido. Mientras se celebra un mes de vida del niño o la niña, se hace un portabebés y se tejen una cesta y una cuna. En general, todo el mundo cumple con responsabilidad los procedimientos necesarios porque le da miedo de que de lo contrario el bebé no sea tan sano como los otros”.
Antes de la ceremonia, la abuela elabora un portabebés hecho de tela de color índigo cuya superficie está bordada con hermosos motivos decorativos. Por su parte, el abuelo teje una cuna de bambú y una cesta del mismo material de 15 a 20 centímetros. Esta última se llama “tạy”, la cual se cuelga o coloca en la viga de la vivienda. Los Thai creen que esta cesta representa el alma de cada persona después de su nacimiento, la cual siempre está arriba para bendecir y protegerla frente a hechos desafortunados. La “tạy” consta de dos tipos. El primero es para las niñas y se cuelga bajo el techo de la casa mientras que el otro es para los niños y se cuelga en el tejado junto con herramientas como arcos, bolsitas de tela y abanicos decorativos. Las cestas existentes en cada hogar representan el número de miembros de la familia.
La cuna tejida por el abuelo para el bebé. |
En cuanto a los preparativos para el rito, Tong Thi Vinh, chamana en la aldea de Mong, de la comuna de Hua La de la ciudad de Son La, explicó: “La bandeja de ofrendas incluye ropa del padre, la madre y el bebé, así como pollo, huevos, pescado, carne de cerdo, areca y betel, y varitas de incienso y los objetos de culto principales como portabebés, cunas y cestas de bambú. Todos estos deben ser preparados perfectamente en el dormitorio de la madre y el bebé, porque se cree que cada objeto tiene un alma que cuida y protege al niño o la niña en la cuna”.
Después del ritual, la madre lleva al bebé y lo coloca en la cuna de bambú. Un miembro de la familia acompaña el sueño del bebé cantando nanas. Según la costumbre, cuando una persona muere, se quita su cesta de bambú, mientras que si se integra un nuevo miembro al hogar, se cuelga una nueva. Quienes tejen la “tạy” deben ser los hombres más importantes de la familia. Una vez cumplidos todos los procedimientos, el dueño de la casa invita a sus seres queridos a celebrar el primer mes de vida del bebé.
La madre carga al bebé en su espalda. |
En cuanto a esto la chamana Tong Thi Vinh dijo lo siguiente: “Tras confirmar que la madre y el bebé se encuentran en buen estado de salud, comienza el rito en el cual se agradece a la abuela por haber acompañado el sueño de los niños con canciones de cuna para que puedan dormir profundamente. Después de la ceremonia, se coloca o cuelga la cesta de bambú en la viga de la casa en espera de la bendición para el bebé por toda su vida”.
Aunque existen algunas diferencias entre los grupos Thai negro y Thai blanco en la provincia de Son La, esta práctica ancestral se ha pasado de generación en generación, y su belleza cultural y espiritual aún se vive cada vez que una familia recibe a un nuevo miembro.