(VOVWORLD) - La minoría etnia Lo Lo, en la provincia septentrional de Ha Giang, celebra un importante ritual acompañado por bailes de disfraces el 14 de julio, según el calendario lunar. Esta celebración arraigada tiene un significado especial: recordar y agradecer a los antepasados, además de reflejar la unión del mundo de los vivos y el reino de los muertos.
Los tres grupos étnicos Lo Lo, radicados en la septentrional provincia de Ha Giang, creen que un ser humano está formado por el cuerpo y el alma, y que esta última pertenece a la eternidad, mientras el primero solo tiene un carácter temporal. De esta manera, si uno fallece va al otro mundo y puede influir de alguna manera en la vida de sus descendientes. Por eso, cada 14 de julio del calendario lunar se lleva a cabo una ceremonia en homenaje a los muertos para expresarles gratitud. El lugar escogido para el ritual es el área donde se erigen las tumbas de los ancestros. Y el celebrante suele ser el jefe de cada linaje.
Lo Giang Pao, de la etnia Lo Lo, residente en el distrito de Meo Vac, de la provincia de Ha Giang, explicó: “La noche antes de la fecha indicada para la ceremonia, rendimos tributo a los antepasados para invocar los espíritus y pedirles permiso. Puede que realicemos estos actos previos al ritual principal en tres sitios diferentes, y cada línea familiar escoge el que le apetezca. Los linajes más importantes, los Cang, Thang y Lo, son los primeros en informar a sus antepasados sobre el acontecimiento. El 14 de julio, todos se reúnen en el que llamamos ‘bosque prohibido’ o ‘bosque de los ancestros’ para recordar nuestras raíces”.
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En esa fecha, muchachos aldeanos fuertes y disfrazados de hombres primitivos, con los cuerpos cubiertos de hojas de bambú, maíz y otros vegetales, bailan sin parar hasta el final de la ceremonia. Cada una de sus danzas recrea una actividad concreta en la vida de los autóctonos, tal como el llamado a los espíritus, la labranza de la tierra, la cosecha de maíz, el elogio al arroz o el regreso a los orígenes, entre otras. Los ritmos, a veces rápidos, y a veces despaciosos, describen la vida dinámica de los antiguos habitantes Lo Lo. Lo Giang Pao dijo: “Simulamos ser hombres primitivos, vistiéndonos como nuestros ancestros cuando vivían en la selva. En la creencia de nuestro pueblo, la unión entre el padre y la madre celestiales creó una gota de agua que luego se convirtió en una gruta de piedra, de donde nació un simio, cuyos descendientes se fueron dispersando por todos los lugares. Ese fue el origen de la humanidad”.
Todos los aldeanos se unen a los bailes al compás de los sonidos de tambores, cítaras de dos cuerdas, flautas y castañuelas. Los movimientos danzarios y los ritmos representan la trayectoria de las personas en caminos accidentados hacia la nueva tierra, actividades productivas, escenas de la vida cotidiana y celebraciones de los autóctonos como fiestas, bodas, construcción de casas, entre otras. Todo el ciclo de vida de una persona, desde el nacimiento, crecimiento, matrimonio y reproducción, hasta la muerte e incluso el periodo postmortem, se recrea mediante los bailes mientras se rinde culto a los antepasados.
Luego, los miembros de todo el linaje, sin importar géneros ni edades, se sientan juntos a compartir las comidas que ofrendan a los antepasados, con esperanzas en un año de bonanza y cosechas abundantes.
Para la etnia Lo Lo, la celebración del 14 de julio no es una simple actividad festiva, sino también una ocasión especial para educar a las actuales generaciones en comportarse bien y respetar la tradición. Con ese significado, el ritual y el baile de disfraz de este grupo fueron incluidos en 2012 por el Ministerio de Cultura, Deporte y Turismo de Vietnam en la Lista de Patrimonio Cultural Inmaterial Nacional.