(VOVWORLD) - La provincia norvietnamita de Ha Giang cautiva a los visitantes por la majestuosidad de su naturaleza, con sus montañas y mesetas de piedra, pero también por la belleza de las aldeas de las minorías étnicas, enaltecida por la arquitectura original, sobre todo de las casas tradicionales llamadas “trinh tuong” de la comunidad Mong. Estas viviendas de color marrón destacan en medio de las cercas de piedra gris, dándole un tono misterioso y virgen al entorno y captando la atención de cualquier persona que pasa por el lugar.
La puerta principal de la casa está hecha de una madera de gran calidad
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La etnia Mong reside desde hace cientos de años en las laderas de las altas montañas. Las adversidades del clima ejercen muchas influencias en la construcción de las viviendas de estos autóctonos. El entorno y el particular concepto de la vida dejan una gran marca en la edificación de las casas “trinh tuong” de tierra, con techos cubiertos de pajas y hojas. Estas estructuras tienen un ambiente interior fresco en el verano y templado en el invierno, y además pueden ayudar a sus residentes a protegerse de los animales salvajes y las personas con malas intenciones.
Según las explicaciones de los autóctonos, llaman “nha trinh tuong” a las casas con gruesas paredes de tierra de arcilla. Utilizan grandes moldes de 1,5 metros de largo y unos 50 centímetros de ancho, rellenados de tierra. A esta se le deben quitar las grandes piedras y hierbas previamente. Si una familia quiere levantar una casa de este tipo, pedirá la ayuda de decenas de hombres jóvenes y fuertes de la aldea. Luego de comprimir con grandes mazos la tierra rellenada en el molde del primer nivel, repetirán este paso hasta que las paredes alcancen la altura necesitada. Después, alisan su la superficie y se solidifican.
Seguidamente, el propietario escogerá una buena fecha que según conceptos de la geomancia le favorece a él y a su familia para entrar en el bosque a cortar árboles con los cuales creará el pilar principal y el mástil mayor y por último, cubrirá el techo.
En general, estas viviendas típicas de los Mong, sin importar su tamaño, cuentan con tres espacios, dos puertas (una principal y otra secundaria) y dos ventanas. Pueden tener una o dos alas. Los tres espacios de la casa son organizados de modo adecuado. A la izquierda se coloca la cocina y la habitación del matrimonio de los dueños, mientras a la derecha se pone una hornilla para calentar y una cama para visitantes. El del medio es el más amplio y es donde se ubica el altar a los antepasados, la familia come y también acoge a los huéspedes.
Al visitar la casa de Giang Mi Su, de la etnia Mong, residente en el distrito de Meo Vac, Ha Thi Lien, una turista procedente de la provincia de Tuyen Quang, comentó: “Me gusta mucho esta vivienda, es bastante espacioso. Especialmente, en el patio de la casa hay un área pavimentada destinada a los niños. Da una sensación de hospitalidad y tranquilidad”.
La puerta principal de la casa está hecha de madera de gran calidad. Siempre se abre hacia dentro, no hacia fuera. Las bisagras y las tranqueras no son de hierro sino de madera, ya que según la creencia ancestral de los autóctonos, la entrada de una vivienda es como las entrañas de una persona. Esas piezas de metal, consideradas como una espada o un cuchillo, no demuestran la amabilidad ni la hospitalidad de los amos de la vivienda.
La puerta secundaria sirve para entrar las pertenencias de un fallecido a la hora de celebrar los funerarios. Sin embargo, es por la entrada principal que lo llevan al cementerio.
Estas estructuras están rodeadas por cercas de piedra. Para construir una alrededor de una casa sobre una extensión de 200 a 300 metros cuadrados, el propietario y sus parientes tienen que recopilar durante meses estos materiales de diferentes tamaños. Después son colocadas unas sobre las otras, creando un muro sólido y liso sin la necesidad de usar cemento. El portón de madera de ese muro tiene un tejado y es decorado cuidadosamente.
Las casas de los Mong están rodeadas por cercas de piedras |
Al lado de la valla de piedra de su casa, Tha Minh Cho, un étnico Mong del distrito de Meo Vac, explicó lo siguiente: “Construimos cercas tan amplias como estas para proteger nuestras casas. En verano hace menos calor y en invierno no hace tanto frío en casa. Además, estos muros también pueden impedir las fuertes rachas de viento”.
Lo más impresionante son las filas de ciruelos y melocotoneros cultivados al lado de esas cercas de piedra. En primavera, estos árboles, con sus flores de colores rosadas y blancas embellecen el entorno, dibujando una preciosa pintura original de la naturaleza.
En el transcurso de los siglos, los Mong siguen renovando los espacios de sus viviendas típicas para adaptarse a las condiciones del clima y al trabajo, sin olvidar preservar los rasgos culturales tradicionales de su pueblo.