(VOVWORLD) - Los ritos para pedir buena salud son una práctica religiosa que los M’nong, un grupo minoritario en Tay Nguyen (Meseta Occidental de Vietnam), practican desde hace mucho tiempo. Estos pobladores creen que la persona que se beneficia directamente de esta ceremonia, se sentirá protegida, más confiada en sí y libre de todas las inquietudes. Esta es también una ocasión en la que su familia y la comunidad celebran la recuperación de algún convaleciente.
El acto de culto para pedir buena salud que se realiza en la casa (Foto: baodaknong.org.vn) |
Esta actividad se lleva a cabo en el ámbito familiar y obligatoriamente siempre por la tarde. Lo primero que se debe hacer es invitar a un buen sacerdote a encargarse de dirigir la sesión de culto. Entre las ofrendas hay dos tinajas de aguardiente, un lechón, un pollo, un recipiente lleno de agua, un tazón de arroz cocinado y otro de crudo y una vela. La señora U Wit, de la aldea de Na Suoc, del distrito de Buon Don, en la provincia de Dak Lak, dio a conocer: “Si alguien sale airoso de una enfermedad aguda o de una convalecencia larga, su familia realiza un acto de culto en su beneficio con ofrendas, sacrificando al menos un gallo y un pequeño cerdo. La ceremonia hace que la gente se sienta protegida de la mala suerte y más segura de su salud para así reanudar las faenas diarias como cortar leña o cargar agua y las actividades de producción”.
Este acto se realiza bajo techo y también en el patio de la casa. Para el rito a cielo abierto, además de preparar una pequeña tinaja de aguardiente y un plato de carne de cerdo, el dueño de la vivienda elabora algunos objetos votivos con figuras de elefante, búfalo y vaca, entre otros, hechos de troncos y hojas de plátano, los cuales representan los bienes de la familia. También se hace un juego de batintines compuesto por seis unidades con rodajas de una calabaza de peregrino seco, así como una tinaja simbólica de licor a partir de una cáscara de huevo. En esta práctica se encuentran solamente el propietario de la casa y el sacerdote mientras que otras personas, sobre todo, la beneficiada del rito deben quedarse en casa. En su oración, el chamán invoca a los malos espíritus para que se lleven las ofrendas y dejen de maldecir a la familia. Bo Mplul, residente en la comuna de Ea Huar, del distrito de Buon Don, provincia de Dak Lak, explicó lo siguiente: “Este ritual sirve para pedir sus bendiciones a las deidades protectoras y especialmente, a los espíritus para que los convalecientes y los que se encuentran mal de salud se mejoren pronto y recuperen totalmente sus fuerzas”.
Después, el sacerdote y el dueño del hogar llevan el rito a casa, pero con otras ofrendas, entre ellas, un pollo y un surtido del hígado, de la molleja y del intestino delgado del mismo hervidos, un tazón de arroz, una vela, un recipiente con sangre de cerdo, un bracelete de cobre y unas bolitas de algodón. Sentado delante del convaleciente, el sacerdote comienza a rezar.
“Hoy preparamos estas ofrendas para rendir tributo a las deidades y los espíritus. Rogamos que el dueño de la vivienda y los demás miembros de la familia tengan buena salud, coman con apetito, trabajen con todas las fuerzas y queden librados de los malos pensamientos. ¡Que nos bendigan!”.
Una vez terminada su oración, el chamán recoge el bracelete de bronce con un poco de algodón y los moja en el agua antes de rozar con estos el pecho del convaleciente. Luego, pone la joya en la muñeca de este, quien después de la ceremonia será el primero que beberá de la tinaja de aguardiente. El dueño de la casa y toda su familia también disfrutarán de esta bebida casera junto a él, usando cañas de bambú para degustarla, mientras que el sacerdote lleva el cuenco de sangre de cerdo a la cocina para pedir que el genio del fuego mantenga encendida la hornilla familiar, así como la armonía en el hogar.
Anteriormente, los M’nong solían recurrir a los chamanes cuando padecían de alguna enfermedad, y entonces después de curarse rendían tributo a los seres divinos para pedir salud para todos. Hoy en día, los enfermos van a los centros sanitarios que se encuentran en todas las aldeas, y en este contexto la costumbre ancestral de rendir culto a los seres divinos y los antepasados para suplicar sus bendiciones se está perdiendo. Aún así, muchos autóctonos siguen realizando esta práctica como una celebración familiar y una terapia psicológica, con la finalidad de recordar a todo el mundo sobre la importancia de tener una buena salud y el afán de avanzar en la vida. De esta manera, contribuyen a la preservación de la tradición cultural de su pueblo.