El acuerdo sobre la inmigración se logró a las 4:30 (hora local) de la mañana del 29 de junio (Foto: Al Jazeera)

Desde el estallido de la crisis migratoria, la UE ha enfrentado muchas peripecias. A pesar de los esfuerzos, no pudo impedirse la división porque cada país miembro defendió su propio enfoque sobre el tema. Por esta razón, un acuerdo en estos momentos se considera un gran avance para aliviar la carga sobre los Estados ante las oleadas migratorias.

Un paso positivo

Según el contenido del pacto, las 28 naciones integrantes establecerán voluntariamente “centros de control” para recibir a los refugiados salvados en el mar y diferenciar de manera rápida los aptos para solicitar el asilo y quienes migran por razones económicas. Es un avance enorme, puesto que muchas iniciativas fueron rechazadas anteriormente.

Además, coincidieron en mejorar la eficiencia del control de las fronteras fuera del bloque, con el fin de evitar una crisis como la de 2015 y la inmigración ilegal en las rutas. El documento también abogó por una mayor ayuda a Italia y otros países mediterráneos en su lucha contra el tráfico humano, especialmente desde Libia. Los dirigentes de los 28 acordaron revisar la posibilidad de construir un centro de acogida de refugiados fuera de la UE, como en el norte de África, para reducir el número de barcos con migrantes hacia el Viejo Continente.

El acuerdo recibió positivas reacciones de la comunidad internacional. Las agencias de rescate de la ONU elogiaron el tratado y urgieron a la agrupación continental a dar prioridad a las medidas destinadas a garantizar la vida y la seguridad de los inmigrantes. Mientras, la Organización Internacional para las Migraciones destacó la necesidad de alcanzar en toda Europa un acuerdo sobre las medidas a adoptar.

Prevalecen varios desafíos

A pesar de este logro, los mandatarios y expertos europeos valoraron que es temprano para considerar exitoso el tratado porque quedan muchos retos.

El primero es dónde radicarán los centros de refugiados. El trabajo requiere la voluntad de Francia, Italia y España, pero estos países han rechazado construirlos en su territorio.

El segundo está referido a la gestión del flujo de inmigrantes de un país de la UE a otro. El tercero tiene que ver con la modificación o la eliminación de la norma de que el primer país en recibir un inmigrante debe responsabilizarse con él. Sin embargo, este cambio no tiene una fecha límite.

La UE aún enfrentará muchos desafíos en lo adelante. El tratado alcanzado pretende equilibrar las responsabilidades de los Estados miembros en este asunto, pero su viabilidad es vaga y frágil. Seguramente en el futuro cercano los dirigentes de la UE seguirán explorando medidas para satisfacer las demandas eventualmente contrarias de sus países para poder solucionar a fondo el problema migratorio.