(VOVworld) – El gobierno de China recientemente propuso reducir su meta de crecimiento del producto interno bruto (PIB) para 2017 debido a las dificultades internas que enfrenta la segunda economía mundial. Esta sugerencia ha recibido un gran respaldo de los dirigentes del país, quienes la consideran como un paso práctico que trazará nuevas orientaciones y ayudará a convertir sus esperanzas en realidad.
En su discurso en la inauguración de la reunión anual de la Asamblea Popular Nacional de China el 5 de marzo, el primer ministro Li Keqiang anunció que su país para 2017 se fijó la meta de un crecimiento del PIB del 6,5%, la menor cifra en los últimos 25 años. Pero esa tasa se considera suficiente para alcanzar el objetivo establecido anteriormente por el Partido Comunista de duplicar para 2020 el tamaño de la economía nacional respecto a 2010. El año pasado, China logró un crecimiento económico del 6,7%, el más bajo desde 2010.
La quinta sesión de la XII Asamblea Popular Nacional de China (Foto: VOV)
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Una meta práctica
Esta decisión se toma en momentos en que el gigante asiático está esforzándose para cambiar su modelo de desarrollo, de un ritmo rápido y basado principalmente en la exportación e inversión, a uno estable con el consumo como centro. No obstante, se trata de un complicado proceso porque no solo desacelera el crecimiento y disminuye el valor de su moneda, sino también porque causa preocupaciones por la “burbuja” inmobiliaria y las malas deudas. Por su parte, Li Keqiang también admitió que China enfrenta una situación más difícil que antes, debido a los impredecibles hechos dentro y fuera del país. Recalcó el lento ritmo de crecimiento de la economía global y el aumento del proteccionismo y la desglobalización. Mientras, las recientes políticas de Beijing de bajar el precio de las viviendas, controlar el desarrollo del crédito y recortar la financiación pública han llevado la economía nacional a depender más del consumo interno y las inversiones privadas.
Al igual que el año pasado, China no fijó metas para su sector exportador en 2017, lo que demuestra la incertidumbre en las perspectivas relativas al crecimiento mundial.
En este contexto, economistas valoraron que la meta del 6,5% del PIB en 2017 propuesta por el Ejecutivo chino es razonable. El premier Li Keqiang dijo que este número se corresponde con los principios económicos y la realidad, además de ser favorable para la orientación, estabilización y el reajuste de la estructura, así como para la construcción de una sociedad acomodada y la creación de empleos, para beneficio de la población.
El premier Li Keqiang pronuncia un discurso en la inauguración de la quinta sesión de la XII Asamblea Popular Nacional de China (Foto: VOV)
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Principales soluciones
A fin de alcanzar ese objetivo, China continuará siendo activa en sus políticas fiscales y cautelosa y neutral en las monetarias. Paralelamente, recortará unos 350 mil millones de yuanes (51 mil millones de dólares) de impuestos empresariales. Según Li Keqiang, en la actualidad la nación ha logrado controlar los riesgos financieros pero en lo adelante deberá estar alerta y adoptar medidas preventivas. De este modo, Beijing tratará de aplicar una serie de herramientas para mantener una liquidez estable y tasas de interés razonables, mientras mejora el mecanismo de transmisión de la política monetaria. Por otro lado, la reestructuración de las empresas estatales se considera como una de las prioridades del gobierno chino. El premier dio a conocer que la reforma de la propiedad de más de 100 sociedades estatales se concluirá a finales de este año, y el Ejecutivo será más estricto en el cierre de compañías de bajo rendimiento. Entretanto, se eliminará el exceso de la capacidad de producción de la industria pesada nacional, recortando unos 50 millones de toneladas de acero y 150 millones de toneladas de carbón, así como se detendrán las operaciones de varias centrales térmicas o se cancelarán nuevos proyectos del sector.
Aunque el crecimiento del 6,5% para 2017 es el nivel más bajo en los últimos 25 años, China considera que esta meta de desarrollo económico se corresponde con la actual situación, lo cual le permite ser más flexible y activa en la adopción de soluciones encaminadas a consolidar su posición como la segunda economía del mundo.