(VOVWORLD) - Después de más de 2 años de su aparición (el 8 de diciembre de 2019), la pandemia de covid-19 se ha extendido hasta ahora a casi todos los países en el mundo. No solo se ha cobrado la vida de millones de personas, sino que también ha causado un fuerte impacto en muchos aspectos de la vida, provocando una grave crisis socioeconómica inédita a escala mundial.
La vacunación en el municipio alemán Sonthofen. (Foto: AFP/VNA) |
Los datos proporcionados en el sitio de estadísticas worldometer.info hasta mediados de diciembre de 2021 muestran que el covid-19 ha dejado un saldo de más de 5,3 millones de fallecidos entre un total de más de 272 millones de contagios en todo el mundo. Esto significa que todos los días a lo largo de los últimos 2 años, más de 7 mil personas murieron por la enfermedad declarada como pandemia el 11 de marzo de 2020 por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este mal también ha provocado una grave crisis en muchos campos.
Desafíos sin precedentes de la crisis económica y sanitaria
La pandemia fue el desencadenante directo de la grave crisis financiera con una pérdida estimada de varios billones de dólares, el daño más grande sin precedentes en comparación con las consecuencias de todas las crisis anteriores. Como resultado, la mayoría de los países se vieron obligados a lanzar paquetes de estímulo económico. Mientras, las actividades turísticas mundiales durante un largo tiempo estuvieron paralizadas. La cadena de suministro de bienes enfrentó dificultades y se rompió constantemente. Aparte de esto, las actividades de producción en diversos países se redujeron de forma drástica, lo que provocó un aumento de desempleados. La sobrecarga en los sistemas de salud ocurrió en decenas de países, incluidos los desarrollados. También enfrentaron la suspensión de las actividades educativas.
No solo eso, el nuevo coronavirus también tiene un fuerte impacto en la estructura de relaciones internacionales. En particular, la controversia en torno al origen de la pandemia sigue aumentando las tensiones entre las dos potencias económicas más grandes del mundo, Estados Unidos y China. También se han registrado de forma continua feroces discusiones entre países sobre las medidas de prevención, especialmente a finales de 2021 cuando apareció la variante Ómicron.
Más preocupante es que la pandemia plantea serios desafíos al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, así como al proceso de globalización e integración internacional. El hecho de que la epidemia haya afectado a muchos de los países más ricos, incluido Estados Unidos, muestra que la riqueza económica por sí sola no es suficiente para garantizar el desarrollo sostenible, sino que la seguridad humana, social y ecológica es cada vez más significativa para realizar esta meta.
Entretanto, si bien la globalización y la integración internacional se confirma como tendencias irreversibles, también enfrentan grandes desafíos. Uno de los ejemplos más obvios es la grave desigualdad en la distribución de vacunas. En consecuencia, mientras que en África solo el 7,5% de la población ha recibido la pauta completa con una tasa media de vacunación de 17,9 inyecciones por cada 100 habitantes, esta cifra en Europa y Estados Unidos es respectivamente de 130 dosis y 141 dosis por cada 100 personas. Los países ricos, que representan el 16% de la población mundial, han adquirido hasta el 89% del suministro de ese fármaco. Incluso, algunos han pedido una cantidad superior de vacunas al número total de su propia población. Esta es una situación que el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreysus, describió como “desigualdad espantosa”.
El informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, publicado el 27 de septiembre pasado, evalúa que el covid-19 es un desafío económico más grave que la crisis financiera global en el periodo 2008-2009. Mientras, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, destacó que el mundo se enfrenta a la peor crisis sanitaria y económica en 90 años.
El tratamiento de un paciente del covid-19 en Londres, Reino Unido. (Foto: AFP/VNA) |
Demanda de una adaptación flexible y el fomento de la cooperación internacional
La OMS y muchos de los principales epidemiólogos internacionales advierten que es posible que la pandemia no termine pronto. Por lo tanto, el mundo no tiene más remedio que adaptarse y convivir con seguridad con la enfermedad. De ese modo, se debe seguir promoviendo la inmunidad masiva, puesto que hasta el momento las vacunas resultan efectivas para prevenir todas las cepas descubiertas del coronavirus y ayudan a reducir significativamente las tasas de morbilidad y mortalidad. Al mismo tiempo, se deben seguir cumpliendo otras medidas preventivas como usar mascarilla, desinfectarse las manos y mantener la distancia mínima entre personas, entre otras.
Sin embargo, lo más importante para controlar la epidemia radica en la cooperación internacional. En realidad, ningún país o región puede controlar la enfermedad sin dejar de garantizar los requisitos de apertura e integración en la economía internacional. En otras palabras, la pandemia solo puede controlarse mediante una cooperación internacional amplia, sustantiva y eficaz. En particular, es necesario superar rápidamente la desigualdad en la distribución de vacunas y la transferencia de tecnología al servicio de su producción.