(VOVworld) – En 2016, los países europeos tomaron diversas medidas para enfrentar la crisis migratoria en el continente. Sin embargo, no encontraron una solución común. Además, aunque el número de migrantes que llegaron a Europa en el año a punto de concluir se redujo en comparación con 2015, se siguen observando muchas tendencias peligrosas y preocupantes.
El control fronterizo se reforzó y se establecieron las fuerzas de patrulla navales para impedir el tráfico de personas. También se adoptó un acuerdo con Turquía para prevenir el flujo migratorio, según el cual las rutas por los Balcanes fueron cerradas y el proceso de deportación de las personas cuyas solicitudes de asilo habían sido rechazadas se aceleró. Todo eso se hizo, pero la crisis migratoria sigue siendo un gran dolor de cabeza para los dirigentes europeos mientras buscan respuesta a este problema.
Refugiados buscan vías para entrar en Europa
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En la Cumbre de la ONU sobre Refugiados y Migrantes de septiembre pasado, el presidente estadounidense, Barack Obama, admitió que la crisis migratoria es uno de los “desafíos más urgentes de la actualidad”, a la cual los compromisos de hoy no se adecuan. En tanto, los riesgos potenciales asociados a ella aumentan y empujan a Europa a una situación inestable y de consecuencias impredecibles.
Las consecuencias peligrosas de la crisis migratoria
Según estadísticas, el número de migrantes a Europa en 2016 bajó respecto a la de 2015. Pero, la cifra de muertos al atravesar el Mediterráneo alcanzó un nivel récord, 5 mil personas, equivalente a un aumento de cerca del 25% al compararlo con el total de 2015. Debido al fortalecimiento de las campañas de patrullaje y destrucción de buques de tráfico de personas en las aguas europeas, los refugiados están buscando vías alternativas más arriesgadas para entrar al Viejo Continente. Mientras, el crecimiento de la tasa de niños viajando solos aumenta la posibilidad de que caigan en manos de traficantes.
Una familia inmigrante vive en un aeropuerto abandonado en Grecia
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Paralelamente, los conflictos continuos y amplios que pudieran estallar en cualquier momento en las regiones adyacentes de Europa, tales como Siria, Afganistán e Iraq, causan muchos más refugiados. Asimismo, los terroristas que se mezclan entre los inmigrantes generaron enormes pérdidas para Europa en 2016.
Ningún consenso de acción
En medio de esta coyuntura, los países europeos continúan debatiendo cómo acoger a los migrantes y compartir esta carga. En la Conferencia de Ministros del Interior de Europa, realizada en noviembre en Bélgica, el titular alemán, Thomas de Maiziere, anunció que el Viejo Continente está dividido por desacuerdos. En 2015, la Unión Europea acordó que cada nación miembro debería recibir una cantidad concreta de refugiados pero hasta ahora, todavía no se logra un consenso sobre el tema, a pesar de que se han realizado decenas de rondas de negociaciones. Por una parte, los Estados de Europa Occidental respaldan un “asentamiento flexible” y están abiertos para los que buscan asilo. Por otro lado, los de Europa Oriental rechazan enérgicamente la cuota establecida y solo favorecen las contribuciones financieras y de otras formas. Hungría y Eslovaquia incluso demandaron al Tribunal de Justicia del grupo comunitario el proyecto de la repartición de los refugiados, con el cual se trata de asignar a cada nación integrante 160 mil migrantes, cuya mayoría son sirios, iraquíes y eritreos, quienes actualmente están alojados temporalmente en Italia y Grecia.
En un informe publicado recientemente, Amnistía Internacional estimó que solo el 6% de los 66 mil refugiados que llegaron a Grecia en 2015 fueron aceptados para ubicarlos en países miembros de la Unión Europea. El resto sigue viviendo en los centros de asilo que ahora están sobrecargados, mientras esperan una respuesta a sus solicitudes. Por el momento, el bloque comunitario no adopta ninguna acción para resolver la situación y esta actitud de abandono genera más dificultades.
Solo quedan 2 días para entrar en 2017, pero toda Europa está llena de preocupaciones, división, violencia e inestabilidad. La crisis migratoria seguirá creando un panorama sombrío para la seguridad mundial.