(VOVworld) – Hace dos años, el 11 de febrero de 2015, el segundo cese del fuego en el este de Ucrania se firmó en Minsk, Bielorrusia. El llamado acuerdo de Minsk II no cumplió el objetivo de detener los conflictos en ese territorio según lo estipulado, incluso, la desconfianza ha impedido alcanzar una solución política al respecto.
Casas destruidas en el este ucraniano en el conflicto entre las fuerzas del gobierno y las separatistas
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El Acuerdo de Minsk II se logró luego de que fracasara el primer alto el fuego, también suscrito en la referida ciudad bielorrusa en septiembre de 2014. Las partes acordaron implementar lo aprobado y cómo hacerlo. Después de la firma del texto, el grupo de contacto trilateral compuesto por representantes de Ucrania, Rusia y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), junto a dirigentes de las repúblicas separatistas de Donetsk y Lugansk, se reúnen dos veces al mes en Minsk y mantienen diálogos telefónicos sobre el tema.
El conflicto bélico continúa
El citado acuerdo contempla un ceso del fuego total e inmediato, así como el retiro de las armas pesadas de la llamada “línea roja” entre las tropas ucranianas y las separatistas. Autoriza además a Ucrania a controlar sus fronteras con Rusia pero le pide otorgar antes de 2015 el estatus especial a los gobiernos provisionales en las zonas federalistas cercanas a las áreas limítrofes entre los dos países.
No obstante, los puntos antes mencionados solo se cumplen en parte. Dos años después de la rúbrica del acuerdo de Minsk II, los conflictos continúan. Tal documento no ayudó en ningún momento a detener la espiral de violencia en la región oriental de Ucrania, incluso las profundas dudas de las partes involucradas impiden alcanzar una solución política al tema.
Hasta el momento, la guerra desatada en ese país desde 2014 cobró la vida de más de 10 mil personas. En los últimos meses de 2016 y lo que va de 2017, numerosos líderes de alto nivel y de gran influencia en las zonas separatistas fueron eliminados y sus asesinatos fueron atribuidos a comandos especiales del ejército ucraniano. Más recientemente, la escalada de los combates convirtieron a Svitlodarsk y Avdeevka en focos candentes de la guerra desde el pasado 29 de enero, lo que obligó a Kiev a convocar una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU. Mientras, el 13 de este mes, la vocera de la Comisión de Investigación de Rusia, Svetlana Petrenko, acusó a las fuerzas gubernamentales de Ucrania de violar el alto el fuego de Minsk y la Convención de Ginebra sobre la protección de civiles en conflictos bélicos al dirigir sus armas de fuego a la población en el este y destruir sus casas.
Por otra parte, una vasta zona oriental donde se concentra la producción de carbón y acero está controlada por las autodeclaradas repúblicas de Lugansk y Donetsk. En tanto, los separatistas nunca realizaron las elecciones bajo la supervisión de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa y según la ley de Ucrania, como lo estipula el acuerdo de Minsk II, sino que las organizaron siguiendo sus propios criterios.
Al hacer un recuento de la situación en Ucrania después de la firma del Acuerdo de Minsk II, se observa que el único punto positivo es que desde entonces, las confrontaciones, aunque existen, han reducido su intensidad.
Más esfuerzos para lograr soluciones diplomáticas
Las frecuentes violaciones de la tregua y la inconclusa guerra en el este ucraniano hacen pensar en sustituir el Acuerdo de Minsk II por uno más eficiente. De acuerdo con el experto ucraniano en temas internacionales Andrei Buzarov, la misión principal del Minsk II consiste en resolver, no congelar los conflictos. Por lo tanto, se exige cambiar la forma de los diálogos, aunque las partes todavía no se muestran preparadas para ello. En este sentido, se puede ampliar la composición de los participantes en las conversaciones y agregar socios estratégicos importantes, o también reducir y dejar sentarse a la mesa de negociaciones solo a Ucrania y Rusia. En este último caso, las dos partes deben encontrar por sí mismas una voz común sin el apoyo de mediador alguno.
En un diálogo telefónico sostenido el pasado 7 de febrero, el presidente ruso, Vladimir Puntin, y la canciller alemana, Angela Merkel, instaron a restablecer el alto el fuego y poner fin inmediato a los conflictos en el este ucraniano. Ambos líderes mostraron su respaldo a los esfuerzos diplomáticos en pos de hallar un arreglo pacífico para la crisis en Ucrania. Especialmente, las dos partes abordaron la celebración futura de encuentros entre cancilleres y luego entre asistentes de los jefes de Estado del Cuarteto de Normandía (compuesto por Rusia, Alemania, Francia y Ucrania) antes de continuar los debates en niveles superiores. Putin y Merkel aplaudieron además una pronta restauración de la tregua en Ucrania, y expresaron su apoyo a la Misión Supervisora especial de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa.
Dos años después de su firma, el Acuerdo de Minsk II no ha cumplido su misión. Este lamentable hecho debe empujar a las partes a ponerse de acuerdo sobre nuevas medidas adecuadas para acabar con los conflictos en la región oriental de Ucrania.