El caos diplomático del Golfo, aún sin salida

(VOVWORLD) - La crisis diplomática del Golfo Pérsico más ardua desde 1981 cuando se fundó el Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo (GCC por sus siglas en inglés), ya se ha prolongado más de lo previsto. Y ahora, con la llegada del nuevo año, tal escenario aún sigue permaneciendo en un callejón sin salida, lo cual refleja los conflictos duraderos dentro del bloque que deteriora la estabilidad regional.

El 5 de junio del 2017, Arabia Saudita, Bahréin y los Emiratos Árabes Unidos declararon al mismo tiempo poner fin a los vínculos diplomáticos con Qatar por alentar al terrorismo. La decisión prohíbe la circulación bidireccional por vías territorial, marítima y aérea, corta la relación qatarí con Irán, así como obliga a los ciudadanos y viajeros qataríes salir de dichos territorios dentro de dos semanas. Tal acción provocó similares posturas en el seno del GCC. La Liga Árabe, encabezada por Arabia Saudita, abandonó la membresía de Doha, y a la vez le exigió expulsar a los miembros de la Organización “Hermanos Musulmanes” y del Movimiento de Resistencia Islámico Hamás.

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El presidente estadounidense, Donald Trump, en su visita a Arabia Saudita en mayo del 2017, acordó con líderes anfitriones acusar a Qatar del patrocinador del terrorismo (Foto: Reuters)

Causas principales

El bloqueo a Qatar ha derivado de algunas naciones del Golfo que le catalogaron de país patrocinador del terrorismo y del autodenominado Estado Islámico en la región, pero la causa principal radica en los lazos entre Doha y Teherán. Arabia Saudita y otros países árabes no aceptaron el incumplimiento qatarí de las llamadas “normativas regionales”, cuyo eje gira alrededor de la lucha contra las influencias iraníes.

De hecho, aunque las comunidades sunitas y chiitas mantienen importantes diferencias en  materia de doctrina, rituales, leyes, teología y organización, Qatar estableció durante mucho tiempo las relaciones de amistad y cooperación con el Gobierno iraní, particularmente en los proyectos de explotación de petróleo y gas en el Golfo. Sin embargo, Arabia Saudita, de ideología sunita, acostumbra a ir contra las influencias iraníes en la región. Los conflictos entre Riad y Doha al respecto se agravaron sobre todo después de la visita del presidente estadounidense, Donald Trump, a ese primer país el 21 de mayo del 2017, cuando Washington y Riad acusaron a Teherán de patrocinador del terrorismo, pero Doha le apoyó y fortaleció los lazos binacionales.

La crisis diplomática del Golfo se define como las competencias entre los poderes internos. Tal incidencia influye en gran parte a la estabilidad regional y mundial, degradando el crecimiento económico de dicha zona y disminuyendo las inversiones en Qatar y en otros países dentro del mecanismo de cooperación árabe.

Panorama oscuro en adelante

Durante la mitad del año pasado, la comunidad internacional redobló sus esfuerzos en busca de aliviar las tensiones en el Golfo Pérsico. Sin embargo, el panorama aún se queda en la oscuridad. Contrariamente a los esfuerzos diplomáticos realizados a principios del caos, numerosos contratos de compraventa de armas militares aumentaron en la región. Incluso, se vio rota la última oportunidad cuando las partes no aprovecharon la Cumbre del Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo (GCC), celebrada el pasado 5 de diciembre, para recuperar la paz regional. La cita contó con la participación del emir qatarí, Sheikh Tamim bin Hamad Al Thani, mientras que los Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Arabia Saudita sólo enviaron a representantes de inferior nivel.

Expertos pronosticaron dos escenarios posibles para tal problema. El primero es que Doha continúe siendo bloqueada por dichos tres países. El segundo se dirige a la posible solución de la crisis, la cual permitiría una recuperación gradual del GCC pero ineficiente debido a la pérdida de la confianza dentro del ente.

En caso de que la crisis se prolongue, el eje Arabia Saudita-Bahréin-Emiratos Árabes Unidos se consolidaría e impulsaría la colaboración bilateral y trilateral. Por su parte, Qatar buscaría cimentar la seguridad y el avance económico afuera de la región. Otras naciones árabes también se verán afectadas por las presiones de la división interna.

En 2017, los esfuerzos diplomáticos por resolver la crisis del Golfo fracasaron. Y hasta ahora, esta zona sigue estando frente a un futuro indeterminado.


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