Esta será la primera vez que los mandatarios de Rusia y Estados Unidos, Vladimir Putin y Donald Trump, respectivamente, se reúnan oficialmente desde que ese último asumiera su cargo como inquilino de la Casa Blanca y también desde su último encuentro en 2009.

Relaciones en crisis

Las relaciones entre ambos países son catalogadas como las más complicadas del mundo como grandes potencias. Esto se origina de las diferencias en esfera de instituciones políticas y militares.

Durante más de la última década, Moscú y Washington afrontaron sucesos impactantes en el mundo con medidas opuestas, especialmente la expulsión recíproca de diplomáticos, sus disputas alrededor de la reducción de armas nucleares y el sistema de defensa antimisiles, la crisis ucraniana, la adhesión de Crimea al país euroasiático y las injerencias rusas en Siria.

Desde la toma de posesión de Trump en calidad de presidente estadounidense, esos vínculos se vieron deteriorados. A comienzos del pasado mes de abril, Washington endureció las sanciones impuestas a Moscú en materia de economía, comercio y finanzas. Respecto al caso del envenenamiento al ex espía ruso, Sergei Skripal, en el Reino Unido, la Casa Blanca encabezó una lucha diplomática contra el Kremlin, sólo en base a las acusaciones sin fundamento dadas por el Gobierno británico. En respuesta simétrica, Moscú aplicó las medidas punitivas contra las naciones, organizaciones e individuos que se asociaron con la nación norteamericana en ese suceso. Los castigos y las reacciones semejantes entre ambas partes se convirtieron en acciones regulares en sus relaciones.

Sin embargo, el apoyo de Rusia será mejor que su contra para que el Gobierno de Trump garantice sus beneficios políticos y de seguridad en el mundo. Mientras, la cooperación con Estados Unidos prometerá favorecer las relaciones internacionales del territorio euroasiático.

Lejos de un avance para recuperar las relaciones

Rusia y Estados Unidos han realizado regularmente contactos mutuos de alto nivel, especialmente la última visita de legisladores norteamericanos a Moscú, la cual evidenció los esfuerzos comunes con vistas a cumplir la agenda de la próxima cumbre entre Trump y Putin. Por su parte, el ocupante de la Casa Blanca declaró en reiteradas ocasiones respaldar la mejora de las relaciones con Rusia, priorizando realizar diálogos directos como la medida más óptima para solventar las disputas bilaterales. Se trata de una ocasión excelente para que ambas naciones preparen ese encuentro histórico.

No obstante, esto sólo reviste un significado simbólico, según estimaron analistas. En lugar de buscar una voz común en cuanto a las cuestiones candentes como las crisis de Ucrania y Siria, las referidas potencias mundiales se concentrarán en aliviar las tensiones en sus relaciones. El Kremlin pedirá apoyos de la Casa Blanca para que Occidente suavice las sanciones económicas contra Rusia. Por su parte, Estados Unidos reclamará a ese último aumentar las presiones para que Irán retire todas sus fuerzas de Siria y reduzca sus influencias en la región.

Cabe destacar que solo una cumbre no podrá resolver todos los problemas a causa de las prolongadas disputas entre Rusia y Estados Unidos, pero será una buena medida en este momento para aliviar las tensiones binacionales, evitando en lo inmediato un error causante de otra posible Guerra Fría.