(VOVworld) – El rechazo del histórico acuerdo de paz sellado el pasado 26 de septiembre por la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el gobierno de ese país por parte de más del 50 por ciento de los votantes en el plebiscito efectuado este domingo fue un resultado sorpresivo para quienes apoyan la paz para ese pueblo, que ha sufrido 52 años de guerra fratricida. Sin embargo, en este contexto decepcionante, han aparecido señales que demuestran la voluntad de salvaguardar ese proceso de paz.
Unos 35 millones de colombianos fueron convocados a las urnas a opinar con un Sí o No sobre una única pregunta: “¿Apoya usted el acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera?”. De acuerdo con el presidente Juan Manuel Santos, esta votación era para garantizar la legalidad del referido pacto, y su aprobación abriría el camino a una paz definitiva en el país después del conflicto interno que lo desangró durante más de medio siglo.
El presidente Juan Manuel Santos y el líder de las FARC apretaron la mano luego de firmar el acuerdo final de paz en la ciudad de Cartagena, el día 26 de septiembre
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Con anterioridad, el pasado 24 de agosto en La Habana, Cuba, el gobierno colombiano y las FARC alcanzaron el acuerdo final de paz tras cuatro años de persistentes y duras negociaciones. De haber sido aprobado este documento de 297 páginas, cerca de ocho mil guerrilleros serían desarmados y su grupo se incorporaría después a la vida sociopolítico del país como un partido con derecho a elecciones legislativas y presidenciales. Humberto de la Calle, jefe negociador del gobierno colombiano, estimó que el acuerdo alcanzado, aunque imperfecto, era la única vía mejor para que su país se encaminara a un futuro más estable.
Resultados inesperados
Los resultados de los sondeos realizados antes de la votación arrojaron una victoria cómoda del Sí, con un porcentaje estimado del 55 al 66 por ciento frente al No, con un 35 por ciento. Incluso el presidente Juan Manuel Santos había declarado que no tenía un plan B y en el caso de que los ciudadanos dieran la espalda al acuerdo, este sería derogado. Todo demuestra la convicción de la administración actual de Colombia del triunfo del plebiscito y su esperanza en enormes oportunidades de inversión que la supuesta implementación del mencionado texto le atraería a la cuarta economía de América Latina, especialmente en la explotación del oro, la industria petrolera y la agricultura.
Electores colombianos votaron en un colegio electoral instalado en Madrid, España el 2 de octubre (Foto: EPA/VNA)
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Sin embargo, la consulta se decidió con un 50,23 por ciento de los votos en contra frente al 49,76 por ciento a favor. Según las objeciones, cuyos actores principales son los expresidentes de Colombia, Andrés Pastrana y Álvaro Uribe, con el acuerdo de paz, muchos culpables de crímenes de guerra y de lesa humanidad quedarán impunes y además, no se logrará resolver el tráfico de drogas. Uno de los puntos más cuestionados fue la garantía al partido político en el que se convertirían las FARC, de cinco escaños en el Senado y cinco en la Cámara de Representantes para los dos siguientes períodos legislativos de 2018 a 2026. Esta condición les ha sido inaceptable, luego de un conflicto armado, desatado desde 1964 en Colombia, que provocó 260 mil muertes, 45 mil desaparecidos y unos 6,9 millones de desplazados. El vicepresidente colombiano Francisco Santos Calderón que se sumó al rechazo al acuerdo, expresó la esperanza de lograr otro mejor.
Continuar los esfuerzos
A pesar del fracaso, un día después del anuncio de los resultados del plebiscito, el mandatario Juan Manuel Santos se comprometió a continuar los esfuerzos para poner fin a la guerra. En declaraciones a la televisión, dijo que trabajará en busca de la paz para el país hasta el último día de su mandato. También, instó al jefe de la delegación negociadora del gobierno, Humberto de la Calle, y al comisionado de la ONU para la Paz, Sergio Jaramillo, a regresar a La Habana para conversar con los líderes de la guerrilla. Por su parte, las FARC se comprometieron a continuar avanzando el proceso de paz con el gobierno y mantener vigente el cese del fuego temporal.
El expresidente Álvaro Uribe es una de las principales voces a favor del "no" (Foto: AP)
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La moderación y buena voluntad de parte del gobierno del presidente Juan Manuel Santos y de las fuerzas guerrilleras reciben un gran apoyo de la comunidad internacional. El secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, reafirmó su respaldo absoluto al proceso de paz en el país sudamericano y prometió continuar rimando con él hasta conseguir un acuerdo satisfactorio. El enviado especial de la máxima organización internacional, Jean Arnault, se trasladó de inmediato a Cuba, garante de los diálogos de paz junto al Reino de Noruega, para considerar la reanudación de dichas conversaciones. Varios países de la región, entre ellos Ecuador, Argentina y Venezuela, también ratificaron su apoyo a la voluntad de las partes involucradas.
Los resultados del plebiscito del 2 de octubre demuestran que las heridas de la guerra permanecen muy abiertas aún y la paz, que parecía muy cerca, sigue siendo una utopía. Para alcanzarla, las partes quizás deban pasar otros 10 años en la mesa de negociaciones como estimó el ministro colombiano del Interior, Fernando Cristo. No obstante, esta pausa no podrá apagar la esperanza de una paz definitiva para Colombia en el futuro.