(VOVWORLD) - El 15 de agosto, los talibanes declararon el fin de la guerra y tomaron el control total de Afganistán. El presidente afgano Ashraf Ghani reconoció la derrota y abandonó el país. Así, tras más de 20 años de ser derrocadas por el ejército estadounidense, las fuerzas insurgentes han vuelto a tomar el control del país del sur de Asia, creando un punto de inflexión en la vida política en este territorio.
Combatientes talibanes conquistan el palacio presidencial afgano en Kabul, 15 de agosto de 2021. (Foto: AP) |
En una declaración realizada el domingo, el portavoz político del grupo insurgente, Mohammad Naeem, anunció que el tipo de gobierno y la forma del nuevo régimen serán informados pronto. Con ello, los talibanes afirmaron oficialmente su retorno al poder.
El Talibán vuelve al poder
La declaración del grupo insurgente se produjo pocas horas después de que ingresara a la capital, Kabul, y tomase el control de todas las instituciones gubernamentales, incluido el palacio presidencial. Antes de entrar en Kabul, los talibanes tomaron el control de 33 de las 34 provincias de Afganistán. El avance de los insurgentes prácticamente no enfrentó resistencia alguna del ejército afgano.
El 16 de agosto, el presidente afgano Ashraf Ghani reconoció oficialmente la caída de su gobierno y justificó su partida del país afirmando que es para evitar el derramamiento de sangre. También acusó a los talibanes de usar la fuerza contra el proceso democrático en el país. Según se informó, Ghani había subido a un avión para salir de Afganistán antes de que los combatientes del Talibán entraran en Kabul. Sin embargo, no se ha revelado con qué destino.
Estados Unidos y muchos países occidentales han confirmado que los talibanes tomaron el control de Kabul y todo Afganistán, así como afirmaron que no enviarán fuerzas de regreso al país del sur de Asia.
Así, sólo 3 meses después de que Estados Unidos y sus aliados comenzaron a retirar la mayoría de sus fuerzas de combate, los talibanes tomaron el control del país con una sorprendentemente rápida caída del gobierno central. Este resultado abrió un nuevo reino de poder en Afganistán, pero aún queda por verse si esta nueva etapa será positiva o negativa.
Un nuevo contexto impredecible
En su discurso, el portavoz político del Talibán, Mohammad Naeem, dijo que “hemos alcanzado lo que estábamos buscando, que es la libertad de nuestro país y la independencia de nuestro pueblo”. Naeem también prometió garantizar la seguridad de las misiones diplomáticas, al mismo tiempo que llamó a dialogar con las figuras afganas y los países relevantes para fomentar las relaciones bilaterales y regionales.
Además, los talibanes prometieron que la estructura de su nuevo gobierno incluiría a personas de fuera de su organización y respetaría los derechos de las mujeres y las minorías, así como la libertad de expresión, dentro del marco de la ley islámica Sharia.
Estas declaraciones parecerían indicar que los talibanes de hoy son muy diferentes de aquellos que lideraron Afganistán de 1996 a 2001. Sin embargo, según los círculos de inteligencia, y analistas estadounidenses y europeos, no hay ninguna garantía sobre el futuro del país y el pueblo afganos bajo el liderazgo de los insurgentes.
Tal preocupación parte de varias bases. En primer lugar, los talibanes son un grupo armado, y no una simple organización política civil. Aparte de eso, Afganistán se encuentra en un estado de agotamiento financiero y una inestabilidad sociopolítica derivada de la prolongada guerra civil.
Además, a pesar de que los talibanes prometen respetar los derechos de las mujeres y la libertad de expresión, aún insisten en que deben seguir el marco de la ley Sharia, un código que usaron para reprimir a la población durante el anterior período.
Otra preocupación radica en que estas fuerzas tienen vínculos estrechos con muchas organizaciones terroristas y extremistas, incluidas Al Qaeda y el Estado Islámico. De hecho, si los talibanes lograron sobrevivir y prosperar hasta hoy, se deben en parte al apoyo efectivo de organizaciones terroristas y extremistas regionales, entre otros grupos violentos. Por tanto, es muy probable que los talibanes sigan manteniendo estos vínculos en el próximo período que liderarán el país.
Sin embargo, también existen opiniones contrarias que afirman que, por la presión de la comunidad internacional y sus experiencias acumuladas, los talibanes podrán hacer ajustes positivos en su política de gestión del país en el próximo período.