(VOVworld) - Irán celebra hoy el primer día del año nuevo según el calendario pérsico. Los ciudadanos de este país musulmán mantienen numerosas aspiraciones, principalmente a la paz y estabilidad. Sin embargo, en vísperas de esta primavera, no se presenciaron rosas ni ramas de olivo, sino declaraciones rotundas acerca de otro embargo impuesto a Teherán por su programa nuclear.

En su primer periplo a Oriente Medio en calidad del presidente de los Estados Unidos desde 2009, Barack Obama reafirmó el 20 de marzo último en una rueda de prensa junto con el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu el compromiso de impulsar la cooperación con el país hebreo para frenar la producción de armas nucleares por parte de Irán. Además, el mandatario norteamericano declaró que las relaciones entre Washington y Tel Aviv son eternas. Mientras tanto, Netanyahu informó que su país recurrirá a la fuerza en caso necesario para detener el programa nuclear de Irán.

En realidad, esta declaración no va más allá de las previsiones de observadores porque el Gobierno israelí envió con antelación numerosos mensajes de advertencia a Irán. Hay que recordar que a mediados de marzo de 2013, Benjamin Netanyahu dijo que las meras sanciones no bastan para limitar el programa nuclear iraní. Tel Aviv es partidario de realizar ataques aéreos preventivos contra las centrales nucleares de Teherán. El ministro de Defensa Ehud Barak consideró el programa nuclear del país persa como el mayor desafío para Israel. En vísperas de la visita del presidente estadounidense, Barack Obama, tanto el vicepresidente Joe Biden como el secretario del Departamento del Estado norteamericano, John Kerry advirtieron a Teherán del plazo para las soluciones diplomáticas en cuanto al tema nuclear. Según aduce Washington, intenta que Irán no logre elaborar una bomba atómica para evitar una carrera armamentista y así garantizar la seguridad global.

Tales pronunciamientos en momentos en que los diálogos entre Irán y el Grupo P5+1 compuesto por 5 países miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU y Alemania) sobre el programa nuclear de Teherán en Estambul, Turquía ejercieron influencias relevantes en el proceso de negociación. Aunque la reunión a puerta cerrada cosechó frutos específicos con el compromiso de limitar el enriquecimiento de uranio al nivel de 20% por parte de Irán en lugar de poner fin a esta actividad, además del reconocimiento de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) de que el programa de la nación persa tiene fines pacíficos, todavía no satisface las demandas de Estados Unidos. Según Washington, Teherán cruzó el umbral permitido de capacidad nuclear y si no cede terreno, sufrirá otras sanciones. Además, Estados Unidos advirtió que sancionará a Pakistán después de que este país comenzara la construcción de un gasoducto por valor de 7,5 mil millones de dólares en la ciudad de Chabahar al sureste de Irán. Con antelación, la Unión Europea prohibió el acceso de 9 funcionarios iraníes en cuentas bancarias elevando el número de sujetos de Teherán en su lista negra a 490 empresas y 105 individuos, bajo negativas de visado, limitación de transacciones financieras y embargo petrolero.

Es claro que el país persa debe enfrentar el aislamiento en numerosas esferas, desde las diplomática y económica hasta la militar a pesar de que en las negociaciones, Irán afirmó más de una vez su disposición a disipar las preocupaciones de la Agencia Internacional de Energía Atómica después de alcanzar acuerdos.

Los iraníes celebran un año nuevo con pocas señales alentadoras. La economía nacional sufre una tasa de inflación superior al 20% cuando las operaciones de numerosos bancos se encuentran congeladas por las sanciones y sube la tasa de parados. La venta de crudo que antes ocupaba los tres tercios de las exportaciones, se redujo a menos de un millón barriles frente a 2,2 millones diarios en 2012, una pérdida de 40 mil millones de dólares. En esta coyuntura, los ciudadanos de la nación persa no vislumbran esperanza de un mejor futuro cercano.