(VOVworld) – La ejecución de 47 personas acusadas de terrorismo, entre ellas, el alto clérigo chiita Nimr al-Nỉmr, enfrenta el rechazo enérgico de la comunidad internacional, agravando la oleada de manifestación chiita en el Oriente Medio, y especialmente, las relaciones entre Irán y Arabia Saudita. Según analistas, este incidente podría provocar consecuencias graves en la región.
La ejecución del clérigo chiita al-Nimr, junto a otras 46 personas acusadas de terrorismo, ha provocado una división profunda entre los países del Oriente Medio, donde suele haber violencia y conflictos sectarios. Varias protestas estallaron en las calles después de esos actos, perjudicando de modo grave las relaciones diplomáticas entre estados de la región.
Acontecimientos tensos
Imagen de una manifestación de seguidores de Hezbollah en Beirut contra Arabia Saudí tras la muerte del clérigo chií Mir Baquir al Nimr – EFE
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Como uno de los últimos acontecimientos, Arabia Saudita rompió el 3 de enero los lazos diplomáticos con Irán y le lanzó un ultimátum para expulsar a los diplomáticos iraníes en un plazo de 48 horas. Poco después de esta medida, Bahréin, Sudán y los Emiratos Árabes Unidos, países aliados de Arabia Saudita dirigidos por los suníes, decidieron también cortar o reducir los nexos diplomáticos con Teherán. Estas acciones se tomaron luego de los ataques realizados por manifestantes iraníes contra la embajada de Arabia Saudita en la capital para repudiar la ejecución del prestigioso clérigo chiita Nimr al-Nimr. Los manifestantes entraron al edificio, rompieron y quemaron objetos antes de que intervinieran las fuerzas policiales.
El hecho de que Arabia Saudita ejecutara a Nimr al-Nimr enfrenta también una protesta categórica de la comunidad internacional, especialmente en el mundo árabe. El ayatolá Alí Hoseiní Jamenei, líder supremo de Irán, afirmó que los políticos saudíes se enfrentarán a un castigo divino. Entretanto, los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica de la nación persa declararon que la muerte de dicho prominente clérigo conducirá al derrocamiento del Reino de Arabia Saudita. En este contexto, estallaron numerosas protestas en diferentes países de la región donde viven los chiitas, quienes consideran como único califa legítimo a Alí, primo y yerno de Mahoma, y a sus descendientes. En Iraq, cientos de manifestantes se concentraron en Karbala, ciudad sagrada de los chiitas.
El parlamentario Khalaf Abdelsamad exhortó a la clausura de la embajada de Arabia Saudita en Bagdad y a la expulsión del embajador saudí. Mientras Estados Unidos y Occidente expresaron su preocupación por este incidente y calificaron la sentencia de muerte de sanción inhumana, además de urgir a dirigentes de los estados del Oriente Medio a aunar esfuerzos para aliviar las tensiones en la región. Por su parte, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, exhortó a las partes involucradas a mantener la calma y buscar medidas para detener el agravamiento de la situación.
Conflictos pasados alargados
El ayatolá Alí Hoseiní Jamenei advierte que los políticos saudíes se enfrentarán a un castigo divino
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Nimr al-Nimr fue el líder más prestigioso de los chiitas en Arabia Saudita. Criticó en repetidas ocasiones a la familia real de ese reino y convocó manifestaciones en apoyo a la democracia. En 2012, se le acusó de ser el autor de los atentados contra fuerzas policiales, por lo que fue arrestado. En octubre de 2015, el Tribunal Supremo saudí rechazó la apelación de dicho religioso condenado a muerte.
Desde hace años las relaciones entre Irán y Arabia Saudita enfrentan una situación compleja con conflictos duraderos en torno a numerosos asuntos, especialmente la diferencia ideológica entrelazada con las discrepancias económica y política. En el Reino de Arabia Saudita existe la monarquía suní, mientras que Irán es el centro chiita del mundo. Después de la Revolución Islámica de 1979 en la nación persa, los lazos entre ambos países se convirtieron en una forma de competencia crítica en la región. Las diferencias ideológicas, conflictos sectarios y ubicaciones geopolíticas en el Oriente Medio, entre otros, protagonizan el deterioro de las relaciones bilaterales, especialmente después de la revolución sociopolítica denominada Primavera Árabe en 2011. En idéntico sentido, Siria se convirtió en un nuevo frente en la batalla entre Riad y Teherán. Irán apoya al presidente sirio, Bashar al-Assad, mientras que Arabia Saudita respalda al gobierno de la oposición. Otro problema que calienta esos nexos bilaterales radica en Yemen, donde el movimiento rebelde chiita de los hutíes ganó el poder con el derrocamiento de la administración pro Arabia Saudita. Riad acusó a Irán de patrocinar a los insurgentes yemeníes.
En el actual escenario, la ejecución del destacado clérigo al-Nimr entraña el riesgo de una agudización de las diferencias entre los chiitas y los suníes. Expertos advirtieron que si la comunidad internacional no acelera la promoción de un nuevo proceso diplomático para retornar a Irán y Arabia Saudita a la mesa de negociaciones, las disputas entre los dos países continuarán agravando los conflictos en el Oriente Medio.