(VOVWORLD) - La cumbre por el 70 aniversario de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se inauguró el 3 de diciembre en Londres, capital del Reino Unido, con la intención de los participantes de reforzar la cooperación y trazar las orientaciones para el futuro. Sin embargo, esta coalición militar enfrenta numerosos retos, especialmente en el seno de la organización.
En la cita participan los líderes de los 29 países miembros, entre ellos, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump; el primer ministro británico, Boris Johnson; la canciller de Alemania, Angela Merkel, y el presidente de Francia, Emmanuel Macron. Según se anunció, el evento emitirá una declaración conjunta, incluidos los compromisos relativos a la defensa colectiva, un tema cuestionado por la opinión pública. Los diferendos dentro de la OTAN no serán fáciles de superar para alcanzar un consenso en cuanto a los asuntos más candentes.
Retos de los problemas internos
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En vísperas de la cumbre, uno de los temas más críticos radica en el aumento de los gastos militares de los países miembros al 2% del Producto Interno Bruto de cada territorio, considerado la causa principal de las diferencias internas durante los últimos años en un contexto en que Estados Unidos criticó en repetidas ocasiones a las naciones europeas por poner la carga financiera sobre sus hombros.
La OTAN enfrenta también grandes retos en el seno del bloque, sin contar el problema de repartir los gastos de las operaciones militares. En este sentido, cabe destacar la discrepancia profunda entre Turquía y los demás miembros de la organización, especialmente Estados Unidos, debido a la última ofensiva militar de Ankara en el noreste de Siria. Una semana antes de la cumbre, Turquía envió un ultimátum a la OTAN y advirtió con rechazar todos los planes de la coalición si no apoyaban su postura frente a las fuerzas kurdas en Siria. Esta acción contundente de Ankara dificultó los esfuerzos de la OTAN por desplegar estrategias de defensa en algunos países de Europea Oriental, para responder a las amenazas de Rusia desde que Moscú anexara la península de Crimea a su territorio en 2014.
Aunque forma parte de la alianza militar, Turquía continúa sin satisfacer a los demás miembros con el envío de tropas a Siria para atacar a las fuerzas kurdas, aliado del bloque en la lucha contra el Estado Islámico y el fomento de la cooperación con el rival Rusia. Ante los actos categóricos del presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, expertos cuestionan si Ankara seguirá afiliada a la OTAN. Aun así, esta coalición no intenta romper las relaciones con Turquía, país que además de una gran superficie tiene un alto potencial militar y ubicación geoestratégica clave en la región.
Además, la cumbre tiene lugar bajo la sombra de muchos otros problemas internos. En Estados Unidos, el presidente Donald Trump enfrenta acusaciones cada vez más críticas, mientras el mandatario francés, Emmanuel Macron encara una inminente huelga general el 5 de diciembre. En Alemania, el gobierno de coalición de Angela Merkel corre riesgo de disolución después de que su aliado, el Partido Socialdemócrata (SPD), renovara su dirigencia. Entretanto, el primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson competirá muy pronto en las elecciones generales que deciden el proceso de la salida británica de la Unión Europea (Brexit). Asimismo, quedan numerosas diferencias internas relativas a la cuestión nuclear de Irán, y el proyecto de gasoducto Nord Stream 2 entre Alemania y Rusia.
OTAN en el cruce
En el actual escenario, la cumbre de la OTAN marcará un cambio importante del bloque. No se trata solo de sus 70 años de existencia, sino también del reforzamiento de la colaboración en el seno de la organización. En vísperas de la cita, el presidente Macron reconoció que la OTAN quedaba paralizada porque carecía de una coordinación de alto nivel y de objetivos estratégicos. El portavoz de esta coalición militar propuso incluso cambiar la denominación de la cumbre, degradándola a un menor nivel, y advirtió sobre la posibilidad de no emitir una declaración conjunta ni fijar ningún plan para el futuro.
Las opiniones y críticas de algunos miembros de la OTAN evidencian discrepancias internas nada fáciles de solucionar a corto plazo. La alianza está en una encrucijada histórica. En este sentido, los líderes del bloque necesitan renovar su pensamiento para adoptar nuevas medidas destinadas a solventar los problemas críticos, tanto internos como externos.