(VOVWORLD) - En otro acto para aumentar las presiones sobre China, el presidente estadounidense, Donald Trump, amenazó este lunes con imponer un arancel de un 10 por ciento a bienes del gigante asiático por un valor de 200 mil millones de dólares, en respuesta al reciente aumento de tarifas por parte de Pekín. Este hecho demuestra que será difícil resolver las tensiones entre las dos mayores economías mundiales, aunque antes ambas habían acordado evitar una guerra comercial.
Los presidentes de China, Xi Jinping (i), y de Estados Unidos, Donald Trump (Foto: AFP)
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En su anuncio, el mandatario norteamericano afirmó que eran necesarias nuevas acciones para inducir a China a cambiar sus normas injustas, abrir su mercado a las importaciones estadounidenses y aceptar una relación comercial más equitativa con Washington. También informó que había pedido al Representante Comercial de Estados Unidos identificar los productos chinos que serían sometidos a las nuevas tarifas. Explicó que la medida sería en represalia por la decisión de Pekín de elevar sus aranceles a bienes estadounidenses por un valor de 50 mil millones de dólares.
Contra lo acordado
Hace casi un mes, altos funcionarios de los dos países, después de una serie de negociaciones intensas, emitieron una declaración conjunta en la cual coincidieron en activar medidas destinadas a cerrar el déficit comercial de 335 mil millones de dólares de bienes y servicios estadounidenses con China y así, resolver las preocupaciones económicas y comerciales del país norteamericano. Este anuncio alivió a la comunidad internacional.
Sin embargo, solo una semana después, el inquilino de la Casa Blanca decidió imponer aranceles del 25% sobre varios tipos de productos chinos por valor de 50 mil millones de dólares, especialmente sobre los de “tecnología de importancia industrial” y aquellos incluidos en el programa “Made in China 2025”, una política de Pekín para ayudar al desarrollo de las tecnologías estratégicas de su país.
Luego, el Departamento de Comercio estadounidense realizó una investigación para determinar si los tanques de acero para propano de China, Taiwán y Tailandia estaban siendo importados con prácticas de dumping o subsidios injustos del gigante asiático, argumentando que formaba parte de las medidas dirigidas a proteger sus productos tecnológicos domésticos y su propiedad intelectual.
Ante los movimientos agresivos de Washington, Pekín respondió con un arancel adicional del 25% sobre productos estadounidenses por un valor de 50 mil millones, incluidos los sectores de energía y agrícola.
La ruptura por parte de Washington de lo acordado antes sorprendió a China y a los inversores internacionales. Nadie sabe cual será el próximo paso del presidente Trump. Mientras, los observadores consideraron que existen conflictos en el plano político estadounidense en cuanto a la relación comercial con el gigante asiático.
Preocupados los inversionistas
En realidad, las economías de China y Estados Unidos son mutuamente dependientes. A causa de ello, Washington no puede adoptar muchas medidas sin perjudicarse. Cargill, la mayor empresa privada norteamericana en agricultura, llamó a los dos gobiernos a dialogar para evitar una guerra comercial que afectará tanto a las compañías como a los cultivadores y a los consumidores. Por su parte, el portavoz del grupo Archer Daniels Midland, que opera en el mismo sector, también abogó por una conversación directa y franca y dijo que China seguirá siendo un mercado importante para los envíos agrícolas de Estados Unidos.
Entretanto, Boeing empezó las evaluaciones sobre los efectos de las nuevas tarifas de Pekín por ser una de las empresas más vulnerables a una guerra comercial: hasta el 12,8% de sus ganancias en 2017 provinieron de China. A su vez, la Asociación de Vestido y Calzado de Estados Unidos advirtió que las represalias de Pekín podrían amenazar la vida de los agricultores y los productores norteamericanos, además de aumentar los costos de la cadena de suministro de esta industria. Su presidente, Rick Helfenbein, dijo que el Parlamento debe intervenir para poner fin a “las peligrosas obsesiones” de Trump.
Desde que asumió el cargo, el gobernante se ha mostrado muy dispuesto a restablecer la relación comercial con China para lograr una más equitativa y apostó por la imposición de los niveles de aranceles más altos, pero esta medida aún no ha conseguido ningún cambio por parte de Pekín. Por esta razón, no es la mejor solución, sino las conversaciones, las cuales abrirán oportunidades para ayudar a cada parte a alcanzar sus metas propias, especialmente para resolver el déficit estadounidense con China.