(VOVworld) – Tras la llegada del presidente Donald Trump a la Casa Blanca, observadores internacionales consideran que las relaciones entre Estados Unidos y China experimentarán muchos cambios, los que afectarán más a la economía, incluidos el comercio y las inversiones.
Los vínculos entre Estados Unidos y China son de suma importancia no solo para estas dos naciones, sino también para el resto del mundo. Al ser la primera y la segunda potencias económicas del planeta, las relaciones bilaterales siempre entrañan muchas diferencias y contradicciones en lo que se refiere a sus intereses. Por otra parte, como las políticas y orientaciones del Partido Republicano de Trump son diferentes de las del Partido Demócrata de su predecesor, Barack Obama, analistas internacionales consideran que habrá reajustes en estos nexos.
Desafíos en las relaciones Estados Unidos-China
Actualmente, ambos países enfrentan muchos obstáculos para desarrollar su colaboración, tales como el nuevo tipo de relaciones bilaterales, así como la estrategia de reequilibrio en Asia, en la cual Washington pretende presionar a Beijing en los mares de China Oriental y del Este de Vietnam, y el tema de Taiwán. De los desafíos existentes, el más llamativo es el desequilibrio en la balanza comercial. Mientras, Estados Unidos aplica una tasa de aranceles para productos importados del 2 y 3%, China aplica una del 3 a 9%. Esta disparidad, según la Casa Blanca, viola los principios de la Organización Mundial del Comercio, de la cual ambas naciones son miembros, y causa pérdidas económicas para Estados Unidos. Este problema perjudica los lazos recíprocos, que han llegado a su nivel más bajo en los últimos 15 años.
El modelo básico de las relaciones entre Estados Unidos y China es competencia-cooperación
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Por esta razón, desde sus primeros días en el cargo presidencial, Donald Trump ha expresado una firme posición sobre este tema. Pidió al Tesoro incluir a China en la lista de países que manipulan su moneda, con el fin de castigarla. También consideró que el renminbi está subvalorado entre un 20 y un 45% para que los productos chinos sean más competitivos en el mercado. Igualmente amenazó con aplicar un arancel del 45% a las mercancías procedentes del gigante asiático y anunció que el error más grave de su país durante los últimos 100 años fue aprobar el ingreso de China a la Organización Mundial del Comercio porque desde entonces, ese país ha hecho que Estados Unidos pierda más de 70 mil empresas.
De hecho, esta actitud dura por parte de Trump tiene su fundamento, porque China se muestra cada vez menos amigable con las empresas extranjeras, en general, y con las norteamericanas, en particular. En realidad, China ha empezado la adquisición de compañías extranjeras en sectores “clave”, como parte de su estrategia de modernización industrial denominada “Made in China 2025”, la cual preocupa mucho a los políticos estadounidenses.
Sombrías perspectivas de cooperación económica Estados Unidos-China
Se puede decir que el modelo básico de las relaciones Estados Unidos-China es competencia-cooperación, y de acuerdo con observadores, esta forma seguirá existiendo bajo el mandato de Trump. Sin embargo, por ser empresario, el nuevo presidente estadounidense priorizará los beneficios económicos y por eso existe la posibilidad de más conflictos comerciales entre las dos naciones, en caso de que ambas partes no estén dispuestas a hacer concesiones y negociar.
No obstante, todavía se duda si Trump podrá llevar a cabo sus compromisos sobre el tema de China. Concretamente, la aplicación de aranceles del 45% a las importaciones chinas podría estimular medidas de represalia por parte del gigante asiático, con más daños para la economía norteamericana. De hecho, Beijing una vez advirtió que cancelaría el contrato con el fabricante de aviones Boeing, prohibiría la entrada de los móviles iPhone y dejaría de importar maíz y soja de Estados Unidos. Además, la mayoría de los envíos que el último recibe del primero son electrónicos y textiles, así como productos acabados contratados por empresas estadounidenses en fábricas chinas. De esa forma, un impuesto mayor afectaría a sus propios consumidores.
Ante una China que suele mantener una posición firme frente a las presiones del extranjero y un Trump que quiere demostrar una política más dura y diferente respecto a la de su antecesor Obama, las relaciones bilaterales, específicamente, en la economía y el comercio, tendrán grandes altibajos en los tiempos venideros, incluidas las consecuencias para la economía mundial.