(VOVWORLD) - Por segunda vez en un año los israelíes volverán a las urnas este 7 de septiembre, tras unos primeros comicios que dieron como resultado un Parlamento fragmentado y que imposibilitaron al primer ministro Benjamin Netanyahu formar Gobierno. El resultado de la votación determinará el futuro de Netanyahu, un político nacionalista, conservador y duro, y afectará la situación en el Medio Oriente.
 El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu (Foto: AFP/VNA) |
Se trata de la segunda carrera electoral en solo cinco meses entre el partido derechista de Benjamin Netanyahu, el Likud, y la coalición de carácter laico y centrista, llamada Blanco y Azul, del exjefe del Estado Mayor Benny Gantz. Netanyahu ganó la primera por la mínima, pero fracasó en las negociaciones con otros partidos sobre la ley de servicio militar para los jóvenes y se vio impedido de formar el nuevo Ejecutivo. En consecuencia, tuvo que disolver el Parlamento y convocar a nuevas elecciones.
Antiguas estrategias
En vísperas de los comicios del 17 de septiembre, el premier israelí, Benjamin Netanyahu, calentó la atmósfera regional con varias controvertidas declaraciones. Primero, anunció que si ganaba las elecciones anexaría el Valle del Jordán, una parte de Cisjordania en territorio israelí. Segundo, aseguró haber encontrado un “sitio nuclear secreto” de Irán, en medio de las tensas relaciones entre la nación persa y Estados Unidos sobre este tema. El anuncio fue visto como un gesto para confirmar su disposición de estrechar la alianza con Washington, además de promover la firma de un tratado de defensa bilateral. Asimismo, visitó al presidente ruso, Vladimir Putin, en Moscú, en búsqueda de una buena relación personal y política con el mandatario del país euroasiático.
Según observadores, estas tácticas de Netanyahu no son nuevas ni sorprendentes, ya que el líder israelí las aplicó antes de la votación en abril pasado, con el objetivo de atraerse el apoyo de los votantes con el pretexto de “proteger los intereses nacionales y expandir los territorios”. Hace cinco meses, el premier Netanyahu hizo lo mismo cuando lanzó una campaña para que los Altos del Golán fueran reconocidos como parte del territorio de Israel, además de realizar una visita al presidente estadounidense, Donald Trump.
La inestabilidad en Medio Oriente
Muchos creen que con estas estrategias, el premier Netanyahu seguirá aventajando a su oponente, el partido Blanco y Azul del ex jefe de Estado Mayor Benny Gantz.
Esto significa descartar cualquier esperanza inmediata sobre la coexistencia de un Estado israelí y otro palestino, lo que causará más inestabilidad en el Medio Oriente. De hecho, no importa qué partido gane, la anexión de Cisjordania es una política permannte de Tel Aviv. Por lo tanto, el anuncio de Netanyahu sobre el Valle del Jordán preocupa a la comunidad internacional, ya que amenaza el proceso de paz en la región y socava la posibilidad de restaurar las conversaciones entre Israel y Palestina. Aún más, echará por la borda todos los esfuerzos para poner fin al conflicto entre los dos países y profundizará la hostilidad entre los Estados Árabes y Tel Aviv, la que ha persistido por años.
Además, las acciones del líder israelí pueden sentar un mal precedente en la zona y en el mundo cuando un país aprovecha su poder militar o económico para implementar políticas expansivas. Al mismo tiempo, debilitan el derecho internacional, en especial las resoluciones y los tratados acordados universalmente. Asimismo, podrían provocar otra ola antisemita no solo en los territorios palestinos, sino también en los países del Medio Oriente y en todo el mundo islámico y árabe. La seguridad en el Medio Oriente nuevamente enfrenta grandes riesgos y desafíos.