(VOVWORLD) - Las relaciones entre Turquía y Estados Unidos pasan por nuevos momentos de tensión por la decisión de Ankara de no liberar al pastor protestante norteamericano Andrew Brunson, acusado de ser terrorista y espía por la Administración turca. La Casa Blanca anunció la imposición de las primeras sanciones contra autoridades del país europeo. ¿Será una medida conveniente para resolver este conflicto?
El pastor protestante norteamericano Andrew Brunson (c.) (Foto: Daily Sabah) |
Andrew Brunson, quien trabajaba en Turquía desde hace más de 20 años y fue arrestado en octubre de 2016 en la región occidental de ese país, protagonizó este diferendo entre las dos naciones. Los procuradores turcos le acusaron de estar vinculado a la red del predicador islamista Fethullah Gülen, exiliado en Estados Unidos, al que Ankara achaca el fallido golpe de Estado de 2016. El pasado 25 de julio, el Gobierno turco dictó el arresto domiciliario contra el religioso estadounidense después de 21 meses de detención y ser acusado de terrorismo. Sin embargo, Washington continúa persistiendo en pedir a Ankara la puesta en libertad del pastor.
Medidas de sanción
Luego de numerosas malogradas negociaciones, incluso a través de canales diplomáticos, el Gobierno de Estados Unidos anunció este 1 de agosto la imposición de las sanciones contra los ministros turcos de Justicia, Abdülhamit Gül, y de Interior, Suleyman Soylu, por su papel en el arresto del pastor estadounidense. Estas penalizaciones se adoptaron según una orden del presidente norteamericano, Donald Trump. Se trata de un castigo sin precedente contra Ankara por parte de su aliado norteamericano. Según observadores, esta medida solo minará los vínculos entre estos miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Antes de anunciar tales sanciones, la parte norteamericana insinuó amenazas contra Turquía. Inclusive, el presidente Donald Trump advirtió abiertamente que aplicará grandes medidas punitivas si Ankara no libera a Brunson. Sin embargo, lo que recibió fue la negativa de la Administración del presidente Recep Tayyip Erdogan. Este último, a su vez, declaró que la retórica amenazante de Washington no beneficia a nadie y que su Gobierno no hará cualquier concesión. De la misma manera, recomendó que Estados Unidos debe cambiar su actitud si no quiere perder un aliado fuerte y sincero como Turquía.
Viejas contradicciones
La acción tomada por la Administración de Trump no solamente se debió a que Brunson es ciudadano estadounidense, sino además porque los feligreses protestantes siempre son un importante grupo de electores que apoyan su presidencia en Estados Unidos.
No obstante, el incidente relacionado con el pastor es solo la parte emergente del iceberg. En los últimos años, los vínculos entre Estados Unidos y Turquía se han deteriorado. Ankara se mostró decepcionado por el apoyo de Washington al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), mientras Turquía mantiene el objetivo de impedir el intento secesionista de esta formación. Las relaciones entre estos dos aliados en la OTAN volvieron a ser críticas luego que el país otomano desplegara una operación transfronteriza contra las fuerzas kurdas en la región de Afrin, al noroeste de Siria. Ankara también advirtió que extenderá esta campaña militar hacia Manbij, donde los combatientes del PKK y los comandos especiales de Estados Unidos se estacionan, lo que podría traducirse en un enfrentamiento entre las fuerzas estadounidenses y turcas. Por añadidura, el rechazo de Washington a la petición de Ankara de extraditar al prelado Fethullah Gülen, exiliado en el estado de Pennsylvania, también erosionó las relaciones bilaterales.
Parece que actualmente Estados Unidos tiene mayores ventajas para obligar a Ankara a liberar al pastor Andrew Brunson, pero el deterioro de los lazos con su aliado complicará la persecución por parte de la primera potencia mundial de los objetivos trazados en la región.
Se prevé que el canciller turco, Mevlut Cavusoglu, dialogue con su homólogo estadounidense, Mike Pompeo, al margen de la Conferencia Ministerial de Relaciones Exteriores de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean), en desarrollo en Singapur del 1 al 4 de agosto. Esta es una oportunidad para que las dos partes alivien sus tensiones, ya que deben tener en cuenta que a largo plazo las sanciones solo empeorarán los desacuerdos y minarán más las relaciones bilaterales.