(VOVWORLD) - El 2017 atestiguó cambios rápidos en la vida política mundial. Especialmente, las orientaciones inesperadas de las relaciones entre grandes países preocuparon a la comunidad internacional.
Los presidentes de Rusia, Vladimir Putin (i), y de Estados Unidos, Donald Trump, al margen de la Semana de alto nivel del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico en Da Nang (Foto: Reuters)
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Los ejes de los vínculos entre jugadores internacionales de la talla de Estados Unidos, Rusia, China y la Unión Europea, experimentaron cambios impredecibles, en particular en la última mitad del año pasado.
Reversión e incertidumbres entre los lazos Estados Unidos-Rusia y Estados Unidos-China
Después de la investidura del presidente norteamericano Donald Trump, la comunidad internacional confiaba en un futuro mejor para los nexos entre Washington y Moscú, puesto que durante sus campañas electorales, el multimillonario frecuentemente se comprometió a recuperar las relaciones con Rusia. Sin embargo, después una investigación sobre la presunta intervención rusa en los comicios presidenciales de Estados Unidos en 2016, Trump tomó acciones que ensombrecieron las relaciones bilaterales.
Más allá, en junio de 2017, el Congreso de Estados Unidos aprobó una ley firmada por el presidente para arreciar las sanciones contra Moscú, que consideró la última parte como un “acto de guerra”. Inmediatamente después, el mandatario ruso, Vladimir Putin, ordenó expulsar a 755 empleados de la embajada de Estados Unidos en su territorio e incautar propiedades de esparcimiento y una bodega de almacenamiento utilizadas por los diplomáticos estadounidenses en Moscú. En respuesta, Estados Unidos exigió el cierre del consulado de Rusia en San Francisco, California, y de otras dos oficinas diplomáticas rusas en Washington y Nueva York.
Económicamente, cada parte siguió imponiendo sanciones contra la otra. Especialmente, Estados Unidos concentró sus castigos contra empresas en los sectores clave de la economía rusa, como energía y armas.
También, los vínculos entre Estados Unidos y China vivieron incertidumbres durante el año pasado. La toma de posesión de Trump generó presiones sobre China tanto en la economía como en la política. En su nueva estrategia de seguridad, el mandatario tildó a Beijing como una amenaza a su país. No obstante, los beneficios compartidos ayudaron a mantener una relación constructiva entre las dos naciones. China dijo que Washington debía adaptarse a las circunstancias que imponía su crecimiento y afirmó que la colaboración era la opción óptima. Después de las visitas mutuas de sus máximos líderes, los lazos bilaterales han sido cada vez más estables. Según observadores internacionales, estas dos potencias encontrarán fórmulas para mantener la cooperación y evitar los conflictos.
Desafíos a la alianza Estados Unidos-Unión Europea
El eslogan “América primera” de Donald Trump preocupó a políticos europeos sobre las relaciones entre la Unión Europea (UE) y Estados Unidos. En realidad, el inquilino de la Casa Blanca lanzó muchos anuncios que perjudican los nexos mutuos. Expresó su confianza en el éxito del Brexit y auguró que más países decidirán abandonar la comunidad regional. Además, amenazó con revisar su colaboración con el bloque continental y la Organización del Tratado del Atlántico Norte, canceló las negociaciones para el Acuerdo de Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión y aplicó políticas proteccionistas contra el bloque europeo.
Asimismo, adoptó una serie de políticas que reciben fuerte rechazo por parte de la UE, como la retirada del Acuerdo de París contra el cambio climático, y el posible abandono del histórico Tratado Nuclear entre Irán y el Grupo P5+1, que incluye Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Rusia, China y Alemania, firmado en 2015.
Ante esa situación, la canciller alemana, Angela Merkel, advirtió de la debilidad de las relaciones bilaterales y urgió a la comunidad europea a tomar el destino en sus manos.
En resumen, los vínculos de Estados Unidos con Rusia, China y la UE pasaron momentos muy duros, debido a los cambios en las políticas norteamericanas. Unas relaciones que siempre son clave para el mantenimiento de la seguridad y la estabilidad política y económica del planeta, con lo que resulta deseable que todas las partes lleguen a compromisos y reduzcan sus enfrentamientos.