(VOVWORLD) - El asalto al Capitolio de Washington el 6 de enero de 2021 se ha convertido en un evento histórico de Estados Unidos, cuando partidarios del presidente Donald Trump irrumpieron en la sede del Congreso, violando la seguridad y ocupando partes del edificio durante varias horas. El evento interrumpió una sesión conjunta del Senado y la Cámara de Representantes para certificar los votos emitidos por el Colegio Electoral de las elecciones presidenciales celebradas el pasado 3 de noviembre.
El presidente salienbte Donald Trump se dirige a una multitud de manifestantes el 6 de enero de 2021. (Foto: AP) |
Antes de la reunión especial del Congreso bicameral de Estados Unidos, cientos de manifestantes se congregaron fuera del Capitolio, en un intento para ejercer presión sobre la reunión y revertir los resultados electorales en beneficio de Trump. La manifestación culminó en una revuelta en la que fue tomada la sala de la reunión de los congresistas, provocando una situación caótica.
Disturbios sin precedentes
Los manifestantes marcharon hacia el Congreso y posteriormente traspasaron la seguridad para entrar al Capitolio. En ese momento, los congresistas se encontraban en plena sesión, realizando el conteo de 12 de los 538 votos del Colegio Electoral. La intrusión obligó a los congresistas a suspender el recuento, mientras los guardias sacaron sus armas para evitar la entrada al piso evacuado del edificio. Este incidente se ha descrito como el más “grave” desde 1814, año en que los soldados británicos asaltaron ese lugar durante la guerra que se produjo el mismo año.
Inmediatamente después, líderes mundiales condenaron lo sucedido en Washington. A través de Twitter, el presidente de la Asamblea General de la ONU, Volkan Bozkir, dijo que estaba “entristecido y preocupado” por la violencia que ha dañado el sistema democrático de Estados Unidos. Por su parte, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, afirmó que estaba “profundamente enojado” cuando decenas de partidarios del mandatario saliente crearon el caos en el Capitolio, considerándolo como un “ataque a la democracia”. El premier señaló que “la violencia nunca triunfará en anular la voluntad de un pueblo”.
Mientras, el secretario general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Jens Stoltenberg, consideró “chocantes” las imágenes del incidente ocurrido en Washington y declaró que los resultados de las elecciones democráticas en Estados Unidos deben ser respetados. Compartiendo esa opinión, el primer ministro británico, Boris Johnson, pidió el fin inmediato de los disturbios en el país norteamericano.
El 46 ° presidente de Estados Unidos, Joe Biden prestará juramento el 20 de enero. (Foto: AP) |
Declaraciones históricas
Varias horas después de la irrupción de los manifestantes en el Capitolio, la situación de seguridad allí fue restaurada. Los parlamentarios continuaron con su misión histórica de completar un recuento de 538 votos electorales para determinar el ganador final de la contienda.
A las 4 horas de la madrugada del 7 de enero, el vicepresidente y jefe del Senado, Mike Pence, anunció que el demócrata Joe Biden había ganado con 306 votos electorales frente a los 232 favorables al actual presidente Trump. Esta declaración puso oficialmente fin a toda controversia sobre los comicios, considerados atípicos y sin precedentes en la historia de Estados Unidos.
Acto seguido, Trump emitió un comunicado en el que se comprometía a una transición de poderes “ordenada” el 20 de enero, pero todavía no reconocía su derrota en los comicios. En un vídeo publicado en Twitter, el dirigente condenó enérgicamente los disturbios en el Congreso y reiteró su compromiso de transferir el poder a la administración de Biden.
Parece que la declaración de Trump aliviará la preocupación de la comunidad internacional por el caos que puede repetirse en Washington y en todo el país. Pero con lo que sucedió en la sede del Congreso el 6 de enero, lo más importante ahora es cómo restaurar el orden y la fuerza de la democracia estadounidense antes del 20 de enero, día marcado para el traspaso del poder a la nueva administración en Estados Unidos.