Los líderes de la Unión Europea (UE) se reunirán mañana en Bruselas, Bélgica, en quizás la última oportunidad para que el bloque encuentre soluciones para salvar la eurozona. Pero hasta la fecha, Francia y Alemania, países con un papel clave en esta organización, aún no tienen una voz común en diferentes temas, lo cual genera las dudas de la opinión pública sobre el resultado.
La crisis de la deuda pública reveló las debilidades y discrepancias de la Unión Europea. Tras una serie de medidas urgentes acordadas en conferencias anteriores, los dirigentes del bloque todavía no logran cambios considerables. En la pasada reunión, efectuada el 27 de octubre último, llegaron a un consenso sobre temas principales como la recapitalización del sistema bancario, el aumento del Fondo de Estabilidad financiera europea a un billón de dólares, así como la reestructuración de las deudas públicas de Grecia. No obstante, esta determinación se debilitó de inmediato debido a que no encontró el apoyo del mencionado Fondo, provocando malos presagios sobre el futuro del euro. Por ende, todas las expectativas están puestas en la próxima Cumbre del bloque europeo, prevista para el 9 de diciembre, la cual se concentrará en otra opción más ambiciosa: toda la Unión o al menos 17 miembros de la Euzona alcanzarán un compromiso acerca del Orden presupuestario colectivo y obligatorio. Este tratado del euro obligará a reconsiderar el Pacto de Lisboa sobre la reforma de la Unión europea, la cual fijará nuevos mecanismos de la misma y la eurozona. Sin embargo, alcanzar dicha decisión depende de la dirección y capacidad persuasiva de Francia y Alemania. Entre estas naciones, consideradas pilares de la Unión europea, existen diferentes enfoques. Pese a coincidir en la meta de reconstrucción de Europa mediante la creación para marzo de 2012 de un tratado continental que controle el déficit presupuestario de los integrantes, París y Berlín tienen diferentes opiniones sobre los medios necesarios para lograrlo. Hasta el presente, Alemania continúa pidiendo un mecanismo de supervisión financiera estricta y está dispuesto a imponer sanciones obligatorias al respecto. Muchas personas consideran razonable esta petición, pues Berlín es el mayor suministrador de crédito. Entretanto, París no desea entregar su papel decisivo a la Comisión europea, sino a los líderes de los países miembros de la Unión, para evitar la pérdida soberana. Por su parte, la canciller alemana Angela Merkel orientó una renovación de los tratados de los integrantes, calificada de duradera y aventurera por Francia, pues este proceso necesita la ratificación de los miembros y enfrentará el derecho a veto del Reino Unido, país que no desea discutir sobre los estatutos. El Gobierno del presidente Nicolas Sarkozy sólo espera lograr un acuerdo que incluya las 17 naciones de la Eurozona. Esta preocupación tiene fundamento en momentos en que el Reino Unido no expresa su entusiasmo con dichas propuestas, mientras que Holanda e Irlanda tienen temores sobre la realización de un referéndum al respecto como hicieron para alcanzar al Tratado de Lisboa.
Previo a la Cumbre, Sarkozy y Merkel se reunirán este jueves en Marsella en la conferencia del Partido Popular de Europa, para mostrar su voluntad política, conciliar las discrepancias y convencerse mutuamente, así como a los miembros de la Eurozona, de aceptar las propuestas comunes en aras de evitar el descalabro de la Unión. Los mercados mundiales esperan una decisión obvia en esta Cumbre. Si la UE no logra consenso alguno o sólo un acuerdo blando, el peso de la deuda pública aumentará y empujará a más países miembros a la bancarrota./.