(VOVworld) –El auge de las tecnologías de la información no ha desviado el interés de algunos vietnamitas de recoger y preservar libros y periódicos viejos. Este es el caso de Phan Trac Canh, un habitante hanoyense apasionado por este hábito, no simplemente para satisfacer su preferencia personal, sino también para mantener la quintaescencia cultural de la nación.
El coleccionista Phan Trac Canh cuida mucho su "tesoro"
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La casa del señor Phan Trac Canh está situada en la calle de Bat Dan, del Casco Antiguo de Hanoi. Como contraste con el bullicio de este recinto concurrido de compraventa, la residencia parece ser un rincón tranquilo. Es toda una biblioteca en miniatura. Desde la puerta, se pueden observar los libros apilados en columnas que sobrepasan la altura de las personas. El interior, está rodeado de libros no solo en su lugar de trabajo, sino en las escaleras y otras habitaciones.
Desde hace más de 30 años, Phan Trac Canh posee un pequeño tesoro de libros raros y curiosos de distintos periodos históricos, de los cuales destacan la colección de geografía que abarca desde el extremo norte de Ha Giang hasta la zona más meridional de Ca Mau, textos relativos a los 54 grupos étnicos vietnamitas, anuarios de estadística desde 1953 al 2014 y diferentes ediciones de periódicos. Para él, la alegría en la vida significa satisfacer su pasión irrefrenable por los libros. El colecionista compartió: “Los libros también tienen un alma. Siempre pienso en mis libros. Si una colección incluye 3 volúmenes, de los cuales me falta alguno, entonces, intentaré adquirirlo sin rendirme. Todo mi tiempo está dedicado a los libros. A veces me despierto a las 2 o las 3 de la mañana sólo para ver un artículo en una revista, por temor a olvidarlo. Hoy en día, trato de enriquecer mi colección”.
Trabajaba anteriormente como bibliotecario de la Universidad General de Hanoi. Phan Trac Canh comenzó su colección mediante la compra de libros usados a los concesionarios de segunda mano y la recuperación de los que habían sido arrojados. En aquel tiempo, los libros antiguos eran baratos, pero los coleccionistas deben invertir tiempo en encontrarlos y recolectarlos; por ejemplo, solía comprar a un precio muy razonable las obras de gran valor histórico como la colección de libros de “Nam Phong” o revistas de Dong Duong (Indochina). De hecho, para complacer la afición del señor Canh en el período de subvenciones del país, su esposa, Dao Thi Mao se esforzaba mucho por trabajar y así alimentar a sus seis niños. Ella contó al respecto: “Éramos una familia grande, por lo que yo tenía que trabajar para ganar ingreso extra. Mi marido pasó mucho tiempo en busca de libros antiguos. Su salario se destinaba a la compra de libros. Yo estaba a cargo de la alimentación de toda la familia”.
Phan Trac Canh y el investigador japonés Kenji Tomita en su tienda de libros antiguos en la calle de Bat Dan, en Hanoi (Foto:TT&VH)
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Después de la jubilación, este coleccionista sigue cultivando otra afición, que es la de ayudar a estudiantes y científicos en investigación. También cumplió su deseo de construir una librería con sistema de documentación a nivel internacional, a donde numerosos investigadores extranjeros acuden con el fin de actualizar sus conocimientos sobre Hanoi y Vietnam.
Cabe decir que su biblioteca no solo es una fuente de conocimiento, sino que también juega el papel de cambiar la percepción de las personas acerca de la vida. Muestra de ello es que una vez, un joven preso le escribió para pedirle libros, de manera de ayudar a sus compañeros de prisión a no perder en vano el tiempo y hacer algo útil por la sociedad. Poco después, Trac Canh seleccionó algunos libros con alto valor humanitario para enviárselos al prisionero, con el fin de guiarlo a dar un mejor sentido a su vida.
En el caso de Le Si Tu, un fiel lector de la biblioteca de Phan Trac Canh durante años, se convirtió en profesor de literatura gracias a los libros que leyó allí. Le Si Tu, expresó lo siguiente: “Cuando era joven, los libros eran difíciles de encontrar. Teníamos que ir a las bibliotecas y cumplir muchos trámites. En Hanoi, sólo había una librería en la calle de Trang Thi. Había que tener dinero para conseguir estos libros. Así que busqué al señor Canh para leer y tomar prestado sus libros de forma gratuita, ya que él ayudaba a los estudiantes pobres”.
“No queremos su retiro porque lo necesitamos”, dijo Takao, un fiel lector japonés, que se ha convertido con el tiempo en un amigo de Phan Trac Canh. Es tanta la pasión que este entusiasta sigue cultivando, con el fin de satisfacer las demandas de quienes aman los libros usados.