El 15 de agosto, seguidores de Mursi y los Hermanos Musulmanes incendiaron la sede administrativa de la gobernación de Giza, al Oeste de El Cairo, y atacaron el Ministerio de Finanzas en el centro de esa capital. También organizaron protestas en Alejandría, la mayor ciudad portuaria del Norte, que paralizaron el tráfico urbano durante horas. Según anunciaron dirigentes islamistas, las manifestaciones se mantendrán hasta derrocar el sistema que destituyó a Mursi. En respuesta a esa declaración, el movimiento Tamarrod (Rebelión) convocó a concentraciones populares en todo el país para protestar las acciones de la Hermandad Musulmana, una llamada que ha recibido respaldo de distintas facciones políticas del país. Ante la situación, Francia, Reino Unido y Turquía exhortaron al Consejo de Seguridad de la ONU a citar a una consulta emergente para analizar la situación en Egipto.

En un hecho relacionado, las autoridades judiciales egipcias ampliaron el periodo de detención del derrocado presidente Mohamed Mursi, a 30 días, para investigar las acusaciones de rescate de prisioneros durante la revuelta contra Hosni Mubarak a principios de 2011.