Al reiterar que las catástrofes son cada vez más frecuentes, complejas, vastas y destructivas, la jefa de la UNESCO llamó a tener en cuenta a los discapacitados, quienes “representan un 10 por ciento de la población mundial, unos 650 millones de hombres y mujeres con demasiada frecuencia pasados por alto en el ciclo de gestión de un desastre, sobre todo en la fase de respuesta, y rara vez considerados un elemento de importancia, aun cuando suelan ser los más expuestos”. Finalizó su discurso con una promesa de garantizar a que la gente con discapacidad “se vean beneficiadas por las actividades de socorro y las respuestas de emergencia y participen en esas labores, así como en las estrategias de reducción del riesgo de desastre”.