(VOVworld) – Un día de junio, a principios del verano, en el patio de la escuela primaria de Tay Dang, del distrito de Ba Vi, Hanoi, unos cien niños estaban jugando bajo la sombra de árboles. Al ver sus inocentes ojos y brillante sonrisa, nadie podía imaginar que muchos de ellos padecían de la mortífera enfermedad del VIH/SIDA. Ese era el panorama de un campamento muy especial que se celebró recientemente en dicha localidad para ayudar a los pequeños afectados por dicho mal a integrarse mejor en la sociedad.
El evento se llama el “Campamento de los sueños”, organizado por el grupo de voluntarios “El sol de los niños”, fundado en 2008 y cuyos 300 miembros se dedican a mejorar la vida y ayudar a los pacientes del VIH/SIDA de Hanoi y las provincias vecinas. En una superifice de unos 200 metros cuadrados de la escuela primaria de Tay Dang, tanto los infantes con VIH/SIDA como los sanos se juntaron para disfrutar juegos atractivos, sin diferencia ni discriminación entre ellos.
En este campamento, se entregan regalos a los menores por sus esfuerzos en las actividades
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Tong Quang Minh, un voluntario de 21 años de edad, enseñó el juego de “vendar los ojos y tocar el tambor”. Él comentó que lo que distingue al “Campamento de los sueños” de acontecimientos similares es que los organizadores no entregan regalos de forma masiva a los participantes por su adversa condición de salud, sino que se les quiere incentivar a esforzarse en las actividades para que logren los premios por sí mismos. Eso tiene como finalidad estimular a los menores que padecen de esa pandemia a superarse en la vida. “Hay en total 4 juegos tradicionales, en cada uno de los cuales si un pequeño gana, obtendrá una papeleta de reconocimiento. A quien logre 4 de éstas, le concederemos uno de los obsequios mostrados aquí, el que desee.”
Posiblemente esa fue la razón por la que todos los niños participantes estuvieron muy animados en esos juegos, a pesar del sofocante calor estival. El “lanzamiento de aros”, “el salto con saco de arpillera” y el más difícil, “trasladar balones sin usar las manos”, todos se realizaron en un ambiente dinámico e intensamente competitivo, en medio de los gritos y aplausos de los espectadores.
El juego "Saltar con saco de arpillera"
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La señora An, cuyos hijos también estaban en el patio, señaló: “Al principio tuve dudas de si debía traer mis hijos al lugar. Sin embargo, luego me explicaron los voluntarios que el VIH/SIDA no es de fácil contagio y por eso me sentí aliviada. Veo estos niños, no sé quién está infectado o no, pero, me doy cuenta de que todos son felices y se tratan con cariño. En mi opinión, eso es lo más importante.”
Aunque estaban sudados y cubiertos con tierra, las sonrisas nunca desaparecieron de los labios de esos menores. “Mi nombre es Nhung. Tengo 9 años. Es la primera vez que participo en este tipo de actividad. Todo me parece muy divertido y útil. Deseo que haya más en el futuro.”
Voluntarias de “El sol de los niños” y los pequeños participantes
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No solo los juegos, la decoración de las tiendas de campaña también formó parte del evento. Los pequeños fueron divididos en 4 grupos, cuyos nombres se correspondían con el color de la cinta que llevaban los miembros en sus muñecas. De este modo, todos diseñaron y adornaron su tienda de campaña con las pinturas que ellos mismos dibujaron.
Mai Anh, instructora del equipo “Púrpura”, comentó que quería ayudar a los infantes desfavorecidos a cumplir sus deseos. “Cada cuadro muestra una profesión soñada por estos menores. Algunos esperan ser doctores o profesores, pero me dicen que a ellos les parece difícil lograrlo. Yo les digo que no hay nada que no se pueda superar y que todo se puede alcanzar con una alta determinación. En esta ocasión, me ha impresionado mucho el dibujo de una niña sobre el apoyo mutuo entre amigos. Pienso que para ellos, su mayor deseo es vivir en un mundo lleno de solidaridad, respaldo y amor.”
Una tienda de campaña decorada con pinturas de los infantes
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Gracias a manos hábiles, en un breve tiempo las tiendas recibieron una nueva apariencia. Un grupo usó sus pinturas como ladrillos multicolores para el techo de su tienda, otro la convirtió en un barco mientras los demás colocaron sus cuadros dentro de sus tiendas.
Minh Phi, un miembro del equipo “Azul”, ingenuamente expresó que aunque sabía que el VIH/SIDA era peligroso y tenía miedo de ello, su pasión es ser pintor para hacer hermosas obras sobre los pacientes de dicha enfermedad y así hacerles sentir mejor e incentivar la empatía de otra gente hacia esas personas, para que les busquen una cura permanente.
La ambición de Minh Phi coincide con la de los fundadores de “El sol de los niños”, quienes están redoblando sus esfuerzos para generar patios de recreo sin discriminación y actividades de caridad de gran significado para los menores con VIH/SIDA en Vietnam, además de cambiar el pensamiento de la comunidad sobre esas desafortunadas personas.