(VOVworld) – Ayudar a los habitantes de la comuna Ia Rve, en el distrito Ea Sup en la eliminación del analfabetismo ha sido tarea de los soldados del puesto fronterizo Ia Rve de la provincia altiplana Dak Lak. Gracias a esta labor, los combatientes han visto crecer la confianza de la población en lo que ellos contribuyen a la defensa de la frontera nacional.

A las 8 de la noche, en la guardería infantil 11, comuna Ia Rve, distrito Ea Sup, se escuchan palabras deletreadas por los adultos analfabetos. Ya han pasado varios meses y estas clases se mantienen en una atmósfera estimulante gracias al entusiasmo de los profesores militares. Hasta la fecha, el puesto fronterizo Ia Rve ha ofrecido la tercera clase con la esperanza de que los lugareños sepan leer, escribir, ganarse mejor el sustento, acatar las regulaciones fronterizas y la Ley del Estado.  Este curso para los analfabetos y cuenta con 22 estudiantes residentes en los villorrios 11 y 4 de la comarca Ia Rve. Los alumnos tienen desde 15 hasta más de 40 años de edad, todos provenientes de las zonas montañosas del Norte del país y la provincia sureña Ben Tre. Según cuenta Le Van Dung, el estudiante mayor de la clase, gracias a la abnegación de los combatientes, se beneficia de más ventajas en su trabajo.“Hemos aprendido bastante con los soldados. Por ejemplo cuando hago faenas de campo, sé cómo adquirir abonos y leer las instrucciones para aumentar la productividad de los cultivos. Estoy muy contento”.

Entretanto, Le Thi Ha, de 23 años de edad acaba de aprender a escribir letras y dígitos con sus manos de campesino que se distinguen por las callosidades. Compartió que al principio enfrentó dificultades en empuñar el bolígrafo y la escritura le resultó más complicada que la labranza de tierra. Después de cada jornada, la chica no escatima esfuerzos para terminar con prontitud las faenas de la casa para acudir a la clase: “Aunque vivimos todavía con dificultades, estoy determinada a dedicar tiempo para aprender el alfabeto para superar los retos de la vida”.

El profesor militar Nguyen Van Tho enseña a una niña a deletrear

A las 20 horas, comienza la clase. Para garantizar un ambiente animado, los profesores militares organizan intercambios artísticos. Según el maestro Nguyen Van Tho, hasta la fecha los estudiantes saben ya leer, escribir y realizar operaciones de cálculos básicas: “Terminamos los cursos en dependencia del nivel de conocimiento adquirido por los estudiantes. Habitualmente, cada curso dura de uno a dos años para equipar a los compatriotas con conocimientos equivalentes al nivel del tercer grado primario. Además, proponemos a las autoridades locales que apoyen a las personas necesitadas con libros y libretas gratis”.

La mitad de los lugareños en la comuna fronteriza Ia Rve, distrito Ea Sup, a 80 kilómetros del centro de la provincia Dak Lak, son pobres. Las dificultades en el desplazamiento y una población dispersa y carente de acceso a la educación en una gran superficie obstaculizan el desarrollo socioeconómico y la garantía de la seguridad en la localidad. Según Truong Van Hoanh, comisario político del puesto fronterizo Ia Rve, su unidad pone en primer orden la tarea del mejoramiento de conocimientos para los lugareños en contribución a la estabilización de la vida socioeconómica y la defensa territorial: “Mantenemos una coordinación estrecha con las autoridades y organismos competentes de la localidad, para construir modelos de desarrollo cultural y socioeconómico, tales como impartir clases para los analfabetos, desplegar modelos de ganadería bovina, ofrecer consultas técnicas de cultivos conforme a las condiciones edafológicas en la comuna. Además, visitamos a cada familia para actualizarles de nuevas leyes del Estado y tranquilizarles en el trabajo en aras de continuar aferrándose a la defensa fronteriza junto con las fuerzas guardafronteras”.

La eliminación del analfabetismo y la asistencia para los compatriotas locales en las actividades cotidianas han sido las tareas de los combatientes guardafronteras. Los estudiantes, sean pequeños o mayores, todos se sienten felices, porque saben ya leer y escribir. En los inicios reconocieron la falta de ganas de estudiar debido a sus tareas arduas en el campo. Existen parejas que acuden de modo rotativo a la clase para cumplir sus faenas de la casa. Ahora, los adultos se sienten más seguros en las conversaciones, mientras que los niños han sido estimulados y así alimentan la esperanza de asistir regularmente a la escuela.