(VOVWORLD) - Como ya es tradición, los vietnamitas destinan los dos primeros días del Tet (Año Nuevo Lunar) a realizar ritos en homenaje a sus antepasados y felicitar a los padres y los parientes tanto paternos como maternos, y luego, en el siguiente, los que son o fueron alumnos visitan a sus maestros e instructores de oficios. Puede que esta manifestación de respeto y agradecimiento a los docentes cobre nuevas formas con el transcurso del tiempo, pero permanece firme su esencia.
Desde hace más de 10 años, cada 3 de enero según el calendario lunar, el médico Phan Ba Hai, de la Cirugía Ortopédica 1 del Hospital Viet-Duc, en Hanói, va junto a sus colegas, incluidos los de otros centros sanitarios, para visitar a su maestro, el doctor Ngo Van Toan, exjefe de ese departamento del mismo hospital. En estas visitas, además de desearle lo mejor y entregarle algún regalo, los exalumnos le cuentan sobre lo realizado por ellos durante el año recién concluido y conversan con él acerca de temas relacionados con la profesión.
Foto de ilustración (tomada de Internet) |
Siendo exestudiante y a la vez colega del experimentado médico, Ba Hai no olvida felicitarle y expresarle su respeto y gratitud en los inicios de cada nuevo año a pesar de que sus ocupaciones apenas le dejan tiempo libre. “Lo hacemos no solamente durante el Tet, sino todos los días, a través de las acciones que demuestran nuestro sincero agradecimiento. Los jóvenes médicos de mi hospital y yo nos consideramos sus alumnos para siempre”.
Al dar la bienvenida a sus exestudiantes y colegas, el doctor Ngo Van Toan les ofreció sus cálidas sonrisas. Dijo que en esta área específica, los médicos son quienes transmiten conocimientos y a la vez el oficio a sus discípulos. En el Día Nacional del Maestro (20 de noviembre), el tradicional de la Medicina (27 de febrero) y el festejo del Tet, cuando lo visitan los que eran sus alumnos, lo que le hace feliz es sentir su crecimiento en la carrera de atención de la salud del pueblo. El señor Ngo Van Toan expresó: “Es una alegría para mí ver que mis exalumnos asumen gradualmente los trabajos que he hecho durante toda mi vida, y que algunos son capaces de sustituirme e incluso me superan en varias esferas. Me siento realmente feliz mientras me recuerdan y cuando nos encontramos para rememorar el pasado y todo lo que hemos pasado juntos”.
Preservada a lo largo de generaciones, esta tradición es sin lugar a dudas una de las más hermosas del pueblo vietnamita. Numerosas personas, incluso las de edad avanzada, visitan a sus respetados maestros y maestras para felicitarlos durante los festejos del Tet, marcando con un bello gesto los inicios del nuevo calendario.
En la actualidad, debido a los efectos del rápido desarrollo económico y las profundas transformaciones culturales y sociales, se ven ciertos cambios en esta costumbre, pero para bien. El advenimiento del nuevo año ya no es ocasión de algún encuentro aislado entre un maestro o una maestra con un alumno o una alumna, sino entre grupos de estudiantes con sus profesores donde intercambian historias interesantes y también conversan sobre las dificultades que enfrentan en la vida. De tal manera, estas visitas estrechan los lazos entre ellos. Lo más importante es que en los exestudiantes aún quedan grabadas las enseñanzas de sus queridos maestros sobre la importancia de prepararse para la vida como vía de avance hacia sus sueños.
La profesora Nguyen Thu Huong, del Departamento de Educación Primaria de la Universidad Pedagógica de Hanói dijo: “Antaño se hacían visitas a los maestros durante el Tet para expresarles sus sentimientos hacia ellos. La tradición de felicitarlos el 3 de enero lunar se mantiene desde hace mucho tiempo, pero ahora la actividad no se realiza solamente ese día, sino también durante otras ocasiones festivas, o en las fechas cuando se tiene alguna noticia relativa a los profesores. Estos encuentros brindan siempre mucha alegría a los docentes”.
Esta costumbre evidencia el aprecio al conocimiento y a quienes lo transmiten, además de inculcar en cada uno normas de respeto y hasta moralejas que recuerdan sus méritos, como “Una letra se debe a tu maestro, incluso una media letra” o “Sin los maestros no hay realizaciones”, entre otras. En las francas conversaciones entre los docentes y sus discípulos antiguos o actuales también se pone de manifiesto la alta estima de la sociedad vietnamita a ese contingente de profesionales.