(VOVWORLD) - La prisión Phu Quoc, Patrimonio Nacional Especial, es uno de los destinos populares de turistas de dentro y fuera del país al llegar a la isla homónima, en la provincia sureña de Kien Giang. La obra testimonió la crueldad del colonialismo francés y el imperialismo estadounidense, así como el espíritu de lucha inquebrantable de los combates vietnamitas.
La prisión Phu Quoc, hoy una reliquia histórica de Vietnam (Foto: Internet)
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Esta penitenciaría, que también se conoce como “la prisión cocotero”, se encuentra en el barrio de Cay Dua, de la comuna de An Thoi. Fue construida entre 1949 y 1950 por los franceses para encarcelar a los considerados especialmente peligrosos para su gobierno. Luego, en 1967, la administración de la República de Vietnam la reconstruyó para la detención de soldados comunistas. Cubriendo una superficie de unas 400 hectáreas, es la mayor construcción de este tipo en el sur de Vietnam, donde mantuvieron más de 32 mil presos, algunas veces hasta 40 mil.
Se divide en 12 áreas principales y en cada una de ellas pueden caber hasta 3 mil prisioneros. A finales de 1972, se añadieron dos partes más. La seguridad era muy fuerte, ya que cada zona contaba con tres batallones encargados de la custodia, además de 10-15 capas de alambres de púas y un sistema de luz en todos los rincones. Asimismo, en los momentos importantes, había cuatro escuadrones totalmente equipados con armas y medios de movilidad que supervisaban todo el tiempo. De acuerdo con Vo Thi Thu Ha, funcionaria de la zona de reliquias históricas del lugar, solo en 6 años, de julio de 1967 a enero de 1973, un total de 4 mil personas murieron ahí, mientras otras miles quedaron mutiladas por toda su vida. “Al visitar esta obra, los turistas internacionales, especialmente los provenientes de Francia y Estados Unidos, manifiestan su indignación ante las formas de tortura inimaginablemente crueles aplicadas aquí. Muchos de ellos no pueden contener sus lágrimas y muchos colocan inciensos en el monumento para expresar su empatía”.
Visitantes extranjeros recorre la considerada infierno por los revolucionarios encarcelados en Phu Quoc
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Los arrestados en la prisión padecían castigos brutales. Una vez que ingresaban en ella, eran golpeados para apagar su espíritu de combate. En los días siguientes, sufrían torturas cada vez más bárbaras. Como por ejemplo, tenían que tumbarse al aire libre encima de placas de estaño calentadas por el sol, sin poder moverse si no querían ser golpeados en la cabeza o disparados. Muchos de ellos se desmayaban. También, estaban obligados a subirse en un tipo de árbol lleno de espinas mientras los carceleros les aplastaban los dedos de las manos y los pies, y también les rompían los dientes para coleccionarlos. Vasseul, un visitante francés, manifestó: “Como en las otras cárceles que he visitado en Ciudad Ho Chi Minh y la isla de Con Dao, los presos aquí también fueron martirizados horriblemente. Los encerraban en espacios muy estrechos o en contenedores calurosos. Pero, a través de todo esto, percibo su resistencia y su determinación en expulsar a los invasores”.
Se exhiben las "jaulas de tigre" en el recinto del antiguo establecimiento penitenciario
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La medida de tortura más cruel es la detención en la “jaula de tigre”, llamado así por ser un pequeño habitáculo, de un metro de alto y dos metros de ancho, con barrotes en el techo y alrededor, donde a muchos reclusos se les terminaban atrofiando los músculos por la falta de actividad. Entretanto, los guardas encendían un brasero al lado en el verano y les echaban agua fría en el invierno. Por la noche, les llevaban al patio para azotarles y clavarles hierros en sus tobillos, rodillas y cabeza. Hoy en día, en la zona de exposición de la cárcel se pueden encontrar esqueletos de prisioneros con clavos de hasta 10 centímetros. Khanh Ngoc, proveniente de Hanoi, expresó: “Las nuevas generaciones no pueden imaginar que existen unas formas de castigo tan inhumanas así. Mis amigos y yo nos pusimos a llorar al escuchar historias sobre el lugar. Admiramos mucho el espíritu de nuestros antepasados y agradecemos su sacrificio por la paz y la libertad de la Patria”.
Cada año, la prisión Phu Quoc acoge a cientos de miles de visitantes. Son expriosioneros, compatriotas nacionales y turistas internacionales. Si en el tiempo de la contienda, fue donde se desafió al espíritu de combate de los patriotitas, en la actualidad enseña a los jóvenes la indomabilidad de los revolucionarios y la historia gloriosa de la nación.