(VOVworld) -Desafiando al sol o la lluvia, cada domingo, el bazar Bac Ha, en la provincia septentrional Lao Cai, se abre desde horas tempranas de la mañana hasta el atardecer en el centro de esa cabecera para que los étnicos intercambien productos. Aquí se venden todos los artículos de primera necesidad como ropa, guataca, pala o utensilios domésticos. La sesión convocada a principios de este año estuvo muy animada y llena de los colores vistosos de los vestidos tradicionales.

El baratillo de inicio del año resulta más populoso y alegre. Desde horas tempranas de la mañana los concurrentes llegan de todas partes. Cuando salen al zoco parece un jardín vistoso con sayas multicolores de las jovencitas Mong.

El mercado no es simplemente el lugar de compraventa e intercambio de mercancías, sino sitio de cita de jóvenes de ambos sexos. Ellos la consideran como una oportunidad para bajar de las montañas. Por tal razón, todos los asistentes al mercado lucen sus trajes más bonitos.

Tras largas vacaciones del Tet tradicional, los lugareños van al ferial para conseguir utensilios domésticos como cubos y palanganas. Numerosas personas buscan herramientas de producción como arado, guataca y pala. Vang Van Lo de la etnia Tay en la comuna Na Hoi, está regateando un arado: “Este arado vale 300 mil dong. Es muy caro pero lo prefiero. Con este instrumento agrícola seguramente tendré buenos resultados en la producción.”

Bac Ha se hace famosa con la carrera de caballos, por eso, en la plaza se venden también monturas, riendas y herraduras para cascos. El señor To Cui de la minoría étnica Phu La, en la comarca Na Hoi, dio a conocer que no solo las mujeres son hábiles con sus manos sino que también los hombres tienen igual destreza en hacer monturas. En la primera feria del año él vende cuatro para comprar alimentos. “Vendo cada montura en 50 mil dong y puedo hacer cuatro por semana. Seguramente las venderé todas en este baratillo. En julio y agosto vendo más. Hubo veces que vendí decenas de monturas de madera dE castaño.”

El zoco Bac Ha se divide en pequeñas áreas para facilitar el intercambio de productos como brocado, gastronomía, caballo, búfalo, aves, herrería y aguardientes genuinos de etnias locales. Cada zona tiene su característica y sonido particular, como el de la corneta que el vendedor prueba para los clientes. O aullido de animal y cencerros de búfalo y buey.

El lugar de venta del ganado mayor es uno de los más especiales del mercado Bac Ha. No solo los autóctonos compran búfalo y caballo, sino que numerosos traficantes del llano acuden a este zoco público para comerciar.

En un rincón de la feria muchas personas se concentran para escuchar el canto del ruiseñor.

El área de brocados hechos por los étnicos locales también es impresionante para los visitantes que llegan por primera vez al mercado. Las ropas multicolores están expuestas a la vista de los viajeros. Los vestidos de los Dao rojos se caracterizan por este color, mientras los Mong venden faldas vistosas con diseños singulares. Además de estos, se venden pulsos, colgantes, anillos y otros adornos de plata y cobre con figuras y diseños plenos de identidades de las l4 nacionalidades hermanas que conviven en la zona Bac Ha. Este es el sitio de visita de casi todas las mujeres que concurren al mercado. Las tiendas también llaman mucho la atención de los turistas extranjeros. Jenny, una excursionista canadiense expresó: “Esta es la primera vez que participo en una feria dominical y veo muchas cosas que antes no conocía. Estos artículos son muy buenos para los visitantes. Lo más interesante es que están elaborados manualmente por los lugareños.”

Los montañeses consideran que ir al mercado es pasear. Con esta reflexión la compraventa resulta muy especial. Tanto los vendedores como los compradores pueden regatear libremente. Además de comerciar, los concurrentes pueden vivir en un ambiente cálido, respirar sabores de productos de la región montañosa como el vino y el pastel de maíz, caldo de mollejas y encontrarse con sus amigos y allegados. La belleza virgen de la naturaleza y las sonrisas cordiales de los autóctonos en el zoco están impregnadas en la mente de los viajeros al partir del ferial original lleno del colorido de Bac Ha.