(VOVworld) - A lo largo de la autopista nacional 1A hacia el sur, los viajeros pueden ver edificios hechos de cristal y tiendas que exhiben productos bordados cerca de la carretera, esto es señal de que la aldea de los bordados Quat Dong está cerca.
Esa localidad, situada al borde de la referida carretera, forma parte de la comuna de igual nombre, del distrito de Thuong Tin, y se le considera la cuna del bordado tradicional de Vietnam. A pesar del paso del tiempo, Quat Dong preserva los rasgos antiguos de una aldea típica del Norte del país con un templo bajo la sombra de un baniano que rinde tributo a las deidades, y venera al fundador de ese arte en esta nación, Le Cong Hanh, cuyo verdadero nombre es Bui Cong Hanh, vivió en el siglo XIV y aprendió el tradicional bordado en el extranjero y lo enseñó a los pobladores del lugar.
Phung Van Hung, un anciano de esa aldea, nos contó: “El templo que rinde tributo al fundador del bordado se construyó hace más de 200 años. Allí se conservan muchos objetos preciosos, incluidas estelas y cuencos para incienso antiguos. Cada año, en el día 12 del mes de junio lunar, los bordadores de las localidades norteñas y de Hanoi acuden a nuestra aldea para rendirle homenaje”.
La mayoría de las mujeres en la aldea de Quat Dong se ganan la vida de las pinturas de bordado
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Según recuerdan ancianos de Quat Dong, en los tiempos de más prosperidad, los productos locales podían encontrarse en todo el país y reflejaban las habilidades de los artesanos. Bui Thi Hanh, una bordadora de edad avanzada del villorrio, expresó: “Como todos los niños de la aldea, aprendí a bordar cuando tenía 8 años de edad para así preservar este oficio. Ahora los menores tienen mejores habilidades que los de nuestra generación”.
En los primeros años de la década del 90 del siglo pasado en Quat Dong existían varios talleres de bordado. Los más grandes contaban con una plantilla de entre 200 y 500 trabajadores. Cuando el país entró en la etapa de la economía de mercado, en algunos momentos el bordado corrió el riesgo de desaparecer, pero los aldeanos de Quat Dong estaban decididos a mantenerlo. En la actualidad, cada familia del lugar tiene al menos 2 personas que se ganan la vida con este oficio. La casa de la artesana Nguyen Thi Hong tiene sólo 30 metros cuadrados pero en las paredes cuelgan numerosos pinturas bordadas de diferentes estilos.
Una tienda de cuadros de bordado de Quat Dong
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De ello nos comentó: “En un tiempo bordé colchas, almohadas y calzados para exportarlos a Europa del Este. Luego lo hice en cuadros y productos de moda. Este oficio exige cada vez mayores habilidades con técnicas sofisticadas. En la aldea hay numerosos bordadores, pero el factor más importante es la destreza para hacer el trabajo”.
Entre los productos destacados de Quat Dong se pueden mencionar pinturas de baniano, barcos, la Pagoda del Pilar Único, y el Templo Ngoc Son, entre otros. Se necesitan meses para perfeccionar un trabajo de bordado el cual consta con con varias fases, una de ellas es escoger el color adecuado de cada pieza para crear imágenes del sol, el templo y el baniano.
La aldea de Quat Dong es la tierra de artesanos famosos como Bui Le Kinh, quien bordó ropas para el rey Bao Dai y la reina Nam Phuong, y Thai Van Bon, quien es el único artesano honrado con el título Artista Popular y autor de las pinturas de retratos bordados de mandatarios y monarcas, entre ellos el rey de Tailandia.
Actualmente, varios centros en el país han importado máquinarias midernas para este tipo de trabajo a fin de de bordado modernas para facilitar su producción, pero los artículos confeccionados con la ayuda de esa tecnología no pueden alcanzar el nivel de perfección de los artesanos. Por eso, el bordado tradicional de la aldea de Quat Dong se desarrolla cada vez más eficientemente.