Rajapaksa acordó dimitir pocas horas después de que el primer ministro Ranil Wickremesinghe hiciera lo mismo.

También el 9 de julio, miles de manifestantes marcharon a Colombo, la capital; rompieron la valla protectora y asaltaron el Palacio Presidencial para expresar su descontento con la situación del país y las dificultades que enfrentaban en la vida.

Sri Lanka ha experimentado meses de escasez de alimentos y combustible, apagones prolongados y una inflación galopante, resultado de la escasez de divisas que no le permite importar productos básicos, en una crisis económica sin precedentes en ese país insular. Los precios de la mayoría de los productos básicos en Sri Lanka se han triplicado en los últimos meses. Por consiguiente, la nación conocida anteriormente como la “perla del Océano Índico” se encuentra actualmente al borde de la bancarrota, y casi se queda sin dinero para importar gasolina, leche, gas y papel higiénico. Cada vez más ciudadanos de Sri Lanka buscan pasaportes para ir al extranjero a buscar trabajo.

Este domingo el Departamento de Estado de Estados Unidos llamó al Congreso de Sri Lanka a resolver la situación. Mientras tanto, Arabia Saudita, Bahréin, Kuwait y Qatar aconsejaron a sus ciudadanos que eviten viajar a Sri Lanka en el contexto de la grave crisis política que vive este país.