Por Hugo Rius (corresponsal de Prensa Latina)
Unidades de desminado buscan neutralizar los artefactos explosivos quedados después de la guerra en la comuna de Huong Hoa, distrito de Nam Dong, en la provincia de Thua Thien Hue
Los árboles ganan hoy terreno, donde hace un tiempo atrás bombas y otros explosivos sin estallar, lanzados por la aviación estadounidense durante la guerra de agresión, impedían aprovechar los suelos y la circulación humana.
La provincial central de Thua Thien Hue, una de las más castigadas exhibe en 11 mil hectáreas recuperadas, el fruto de un esfuerzo de ocho años en rastrear, desactivar y demoler los letales remanentes bélicos.
Sin embargo, a los equipos de desminado todavía les queda por delante en esta misma región otras 172 mil 400 hectáreas de tierra contaminada, equivalente a un 34 por ciento de su superficie total, que permanecen inutilizables y peligrosas.
Unidades ingenieras del ejército vietnamita, con la colaboración de expertos de Australia y Alemania centraron su labor en zonas residenciales y agrícolas, donde neutralizaron 45 bombas pesadas, tres mil de racimo y otras mil granadas, informan autoridades locales.
A la par que a la construcción para salir de la pobreza Vietnam ha tenido que dedicar fuerzas, recursos e inclusive sacrificar más vidas en el empeño de despejar campos contaminados, para la seguridad de la población y liberar tierras necesarias para la agricultura.
Hasta la fecha solo se ha conseguido despejar 300 mil hectáreas, cuando se estima que existen esas armas mortales en seis millones de hectáreas, equivalentes a la quinta parte del territorio de Vietnam, en 49 de las 63 provincias del país.
Vietnam fue sometido a una carga de 15 millones de bombas, minas, proyectiles de artillería y otras municiones, cuyo 10 por ciento permanecieron sin estallar.
A causa de ello se reportaron más cien mil muertos y heridos, según confirmó la semana pasada el vice primer ministro Nguyen Thien Nhan, mientras el vice ministro de defensa Nguyen Chi Vinh señaló que se necesitará 700 millones de dólares hasta el 2025 para limpiar los campos sembrados de bombas y minas.