Autor: Ángel Miguel Bastidas (diplomático y periodista venezolano)

En un taller del apacible callejón 683, en la calle Minh Khai de Hanoi, un busto de Bolívar se levanta noche a noche; comienza a ver los primeros rincones de la heroica capital vietnamita, y a su lado, una figura del mítico Hércules, brazos extendidos, pareciera listo para saltar al sitio sagrado, reservado para él por los vietnamitas, para que esté ojo avizor en el lugar ante cualquier entrometido invasor.

A finales de este mes de octubre, la figura en bronce de tres metros, sobre una base de granito (6 metros), estará lista para ser colocada en un importante lugar de la capital vietnamita, homenaje a la gesta independentista del gigante soldado, libertador de seis naciones, cuya espada aún recorre día América Latina.

El autor de la obra sueña con ver a millones de hombres y mujeres, que transitan diariamente por la bulliciosa Hanoi, encontrarse con el genio militar venezolano.

La figura de Le Dinh Quy sobresale en cualquiera de las calles hanoyenses; su sombrero de alas anchas, arqueadas, cual Indio Figueredo, es como la pincelada blanca sobre el paisaje llanero, la garza sobre los esteros Camaguán.

No es precisamente el perfil tradicional de un portador de pinceles, acuarelas, paletas, espátulas, cinceles, en fin, de la instrumentación propia de un captador de imágenes sobre el lienzo, madera, u otro material.

Quy, con su espíritu dicharachero, afirma que es llanero como el presidente venezolano, porque nació en las sabanas de Xuan Quang, provincia de Thanh Hoa, atrapada entre las montañas de la frontera norteña con Laos y el paisaje marino.

Su primer encuentro con el Comandante Chávez se produjo hace dos años, entre la paleta, el pincel y los colores, sobre un lienzo de gran formato, versión pictórica de la gráfica capturada por el coronel fotoreportero Tran Hong, cuando el líder bolivariano obsequió al legendario general de Dien Bien Phu, Vo Nguyen Giap, una réplica de la espada de El Libertador.

Esa joya liberadora de naciones, enarbolada por El Libertador en numerosos campos de batalla quedó retratada en el imaginario artístico de Quy, quien se ufana de haber nacido en un Año Dragón (1940), símbolo de inteligencia y fortaleza.

Su provincia, Thanh Hoa, jugó papel determinante en las guerras libertarias, por su ubicación estratégica. Era una suerte de conexión entre el norte y el resto del país, por eso el puente sobre el río Ma fue bautizado como la Boca del Dragón (Ham Rong).

Un monje budista le dijo que su Santo protector le ha facilitado el acceso al mundo invisible de muchas personas. Esas dotes le han permitido acercarse a celebridades como Simón Bolívar, ahora en el proceso creador de esta nueva obra escultórica que estará en contacto diario con los vietnamitas.

Incansable llanero

En Hanoi, Dinh Quy trabaja intensamente con Bolívar y Hércules, pero debe alternar su tiempo con varias obras que de gran volumen, sin olvidar el pincel y la paleta.

Vietnam está sembrada, de norte a sur, por robustas figuras de este llanero incansable de sombrero sabanero: en el noroeste, en el piedemonte de Dien Bien Phu, al final de una infinita escalinata, se levanta una de las monumentales obras del hombre del mágico cincel, graduado en la Universidad de Bellas Artes de Kiev, Ucrania, hace ya medio siglo. El gigantesco conjunto de combatientes triunfantes sobre concreto honra la victoria que liberó a Vietnam del colonialismo francés.

Más allá de la Boca del Dragón, en el Paralelo 17, un obelisco, de unos 30 metros, rinde homenaje a la reunificación del norte y el surtras la Batalla de Saigón, el 30 de abril de 1975.

Una de sus primeras esculturas (1966), se encuentra en Soc Son, Hanoi, un monumento de 27 metros, dedicado a la Fuerza Aérea.

El desastre del bombardero B-52, se levanta imponente en Thanh Hoa, el terruño Dinh Quy.