Por Armando Reyes (periodista cubano)
Las playas vietnamitas emulan con cualquier de las caribeñas en cuanto a calidad de la arena, temperatura del agua y sol ardiente, aunque con un valor agregado: el recato o pudor femenino.
Muchas mujeres vietnamitas, incluidas jóvenes, suelen usar trajes de baño
con diseños o colores discretos, incluso se tapan con short y camiseta
Si en los litorales del Caribe, las mujeres dan rienda suelta a una supuesta libertad de ropas, en el país indochino hay mucho mayor cobertura corporal, tal vez para provocar en la parte masculina una mayor ilusión de lo que no se ve.
-Por qué se tapan tanto?
-Les da pena.
-Pero estamos en la playa.
-No importa. Tienen mucho pudor. Se dan cuenta de que las miran mucho.
-Y ese no es el objetivo de cualquier mujer? Que la miren.
-Si, pero la mayoría son muy tímidas y se ruborizan cuando se insiste con la vista.
-En definitiva, según mi criterio, con mirar no pasa nada.
-Es que la mujer vietnamita aun es muy recatada. Las miradas masculinas les sacan los colores a la cara.
El diálogo surge entre este reportero y un amigo vietnamita, por supuesto, en español.
La conversación gira hacia consideraciones históricas y culturales de esta parte de Asia, aun en desarrollo y con la disposición de integrarse al mundo.
Según mi interlocutor, las jóvenes actuales y de las ciudades grandes son más liberales y no se preocupan mucho por la indiscreción de una mirada masculina.
"La educación, el roce con el exterior y la globalización, las han despojado de muchas ataduras transmitidas de generación en generación. Es el desarrollo que llega", acota el amigo.
Las jóvenes de las ciudades grandes son más liberales
Son vivencias de un fin de semana en el hotel Thien Y, de la provincia de Ha Tinh, a unos 360 kilómetros al sur de Hanoi, la capital.
La combinación de este sitio hace juego con el nombre de la instalación turística por las bondades de sus alrededores con ofertas para el senderismo y el trekking o escalamiento de montañas de no mucha altura.
A lo largo de unos dos kilómetros de costa, hay varios hoteles de dos o tres estrellas, donde las familias de ingreso medio pueden solazarse durante un fin de semana.
Es rara la presencia de foráneos en este otro emporio de belleza con que la naturaleza premió al país indochino, de ahí que un cubano resalte y, en todo caso, el que siente rubor soy yo, pues las miradas de casi todos se concentran en mí e incluso quieren conversar, pero mi vocabulario en vietnamita solo llega al saludo o a preguntas muy sencillas.
La belleza virgen de la playa Thien Cam, en la provincia central de Ha Tinh
Ha Tinh es una de las provincias del Norte-Centro de Vietnam. Se considera entre las de menos desarrollo económico con un ingreso per cápita promedio de 420 dólares estadounidenses al año. Aporta 0,7 por ciento del Producto Bruto Interno de la nación indochina.
Su fuerte es la agricultura. En efecto, durante la travesía por carretera de unos 70 kilómetros entre Ha Tinh, la capital provincial, y la costa, casi todo el territorio lo cubren campos de arroz en diversos estadíos de la cosecha.
Cosa curiosa. Los campesinos o campesinas siembran, recolectan las espigas o mueven las aguas de un estanque al otro, y en los lugares secos y más altos, los espera una motocicleta de su propiedad. La bicicleta ya no es el medio de transporte por excelencia. Símbolo de que la modernidad se va imponiendo en las zonas rurales.
La provincia no la favorecen las condiciones climáticas. Hay frío en el invierno y mucho calor en el verano. Las lluvias y ahora la amenaza del aumento del nivel del mar por el recalentamiento global, tampoco le ofrecen a sus habitantes una panacea de vida.
De cualquier manera se aprecia un esfuerzo por vencer las dificultades y también por abandonar el subdesarrollo, erradicar la pobreza y el hambre.
No está lejano el día que en las playas de Ha Tinh sean más abiertas las vietnamitas, aunque tal vez se pierda ese valor agregado de lo que no capta la vista.