Autor: Armando Reyes (periodista cubano)
Carpa Trompoloco de La Habana, que hizo gala de la cultura vietnamita con la representación de sus marionetas de agua
Hasta Hanoi llegaron los ecos del rotundo éxito de las tres funciones que la compañía vietnamita Thang Long (Dragón Volante) ofreció durante un fin de semana en la carpa Trompoloco de La Habana.
Era lógico que esa resonancia triunfal estuviera presente en la capital de Vietnam, toda vez que en ésta última se asienta la sede principal de esa milenaria institución cultural.
Surgidas con carácter utilitario, las marionetas acuáticas vietnamitas constituyen un espectáculo único en el mundo que pone en juego la habilidad, la fuerza y la capacidad de los titiriteros a lo largo de las presentaciones.
Solo de generación a generación pasa el secreto de manipulación de los muñecos, los cuales con tamaños de hasta 50 centímetros de alto y 15 kilogramos de peso, obligan a una depurada preparación física y una destreza rayana en la perfección.
Es ostensible que los titiriteros del país indochino debieron hacer uso de una resistencia heroica para presentarse en la principal ciudad cubana, pues, por las expectativas creadas, el público interesado en presenciar el espectáculo sobrepasaría con creces la capacidad de la sede principal del circo nacional de Cuba. Y se programaron tres funciones diarias durante tres días. Sin dudas un esfuerzo notable y estoico.
Teresa Menéndez, ama de casa, decidió ir con su nieto a disfrutar de una de las funciones. Pensaba que no podría comprar entradas por la popularidad que en unas pocas horas habían alcanzado las marionetas acuáticas. “Fui con pocas esperanzas de ver la función, pero para sorpresa mía, comentó, logré entrar y en realidad, valió la pena, porque se trata de una presentación inolvidable que nunca olvidaré ni yo ni mi nieto de cuatro años de edad”.
Las marionetas son talladas en madera de higuera resistente al agua, con una durabilidad de entre tres y cuatro meses.
Un estanque lleno de agua turbia evita la mirada curiosa de los espectadores sobre los mecanismos que mueven a los muñecos actores representantes de escenas de la vida cotidiana rural de Vietnam o a criaturas míticas como dragones y unicornios e incluso reyes y otros personajes de la historia del país indochino.
A las evoluciones escenográficas las acompañan una banda de músicos, cuyos cantantes e instrumentistas amenizan y complementan los cuentos, representaciones y actuaciones que incluyen desde lo imaginario hasta temas prácticos actuales.
Al respecto, el director de Cubanow, una publicación digital, Luis Notario, precisó que es una manifestación única, exclusiva e inimitable. “Estoy todavía sorprendido con la destreza y habilidad de los artistas vienamitas. Son verdaderos maestros del teatro Guiñol”, apuntó vía internet.
Ese teatro de títeres también escenifica rituales como el festival de percusión, el preludio del Teu, títere popular que encarna las cualidades típicas del pueblo vietnamita, la danza de las hadas y la de los cuatro animales sagrados (el dragón, el león, la tortuga y el fénix).
Aunque los artistas se quedan detrás de una cortina y no ven bien las herramientas sumergidas, sus prolongaciones realizan movimientos increíbles como dragones que expelen fuego por sus fauces, mariposas voladoras o la de un joven montado sobre un búfalo de agua mientras toca una flauta.
Las marionetas acuáticas de la nación indochina iniciaron su andadura con figuras móviles a las que los lugareños les atribuían poderes mágicos y que se colocaban en los cultivos de arroz para alejar a las fieras y el mal tiempo.
Se dice que las primeras surgieron hace unos mil años en el delta del Río Rojo en Vietnam, o sea, en una zona cercana a Hanoi, la capital, donde, por cierto, funciona el más grande y prestigioso teatro de este tipo.
La manifestación artística evolucionó durante siglos hasta convertirse en uno de los espectáculos más originales, innovadores y exclusivos, a lo cual se apega con fidelidad la compañía Thang Long de Hanoi (Dragón Volante de Hanoi) desde su fundación, en 1969, la cual se presentó en La Habana con un grupo de 19 artistas seleccionados entre los más diestros.
La danza de los muñecos en el agua que es como denominan los vietnamitas a esa forma peculiar de hacer teatro, se ha convertido en parte de la identidad cultural del país asiático, un hecho que tomó en cuenta la UNESCO para incorporarla a la lista de Patrimonio Intangible de la Humanidad.
Los artistas y sus muñecos han viajado a más de 40 países de cinco continentes.
Se han conservado testimonios que se refieren a funciones realizadas durante la dinastía Trần (1225-1400), un periodo de franco florecimiento cultural, dentro de la cual las letras vivieron una época de esplendor.
Al iniciador de la dinastía, el rey Trần Thái Tông (1218-1277) se le adjudican comentarios referentes a ese género teatral: “Todo el mundo puede ver con claridad que las marionetas de madera dependen de mecanismos y de cuerdas para crear sus movimientos. Son capaces de moverse y bailar como si fueran seres humanos y pueden parar cuando las cuerdas se aflojan”.