(VOVWORLD) - Con motivo del 130 aniversario del nacimiento del presidente Ho Chi Minh, Elizabeth Tortosa, activista revolucionaria venezolana, esposa de Jesús Faría, secretario general del Partido Comunista de Venezuela y senador electo en 1958 cuenta sobre la primera vez que conoció al líder vietnamita.
La autora Elizabeth Tortosa, en una entrevista en Caracas en 2015. (Foto: Embajada de Vietnam en Venezuela)
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Comenzando el año 1965 se organizó una campaña internacional en solidaridad con Jesús Faría, Secretario General del Partido Comunista de Venezuela y Senador electo en 1958. Él se encontraba preso desde 1963 en un calabozo de castigo en el Cuartel San Carlos en Caracas, producto del golpe contra el Congreso de la República que ejecutó el gobierno de Rómulo Betancourt, servil al imperialismo y terriblemente represivo. El estado de salud de Jesús era muy precario y se exigía su libertad.
En ese escenario, así como en mi condición de esposa y compañera de lucha de Jesús, se me instruyó participar en diferentes foros internacionales organizados por los movimientos de solidaridad progresistas y revolucionarios.
Una de las giras tendría lugar en Hanoi, capital de la heroica Vietnam, donde participaría en actos de solidaridad durante el mes de octubre.
Desde el mismo momento de mi arribo, se abrió para mí un intenso proceso de aprendizaje.
Cuando iba en el vehículo del aeropuerto a Hanoi, en un lugar cercano a un puente, el camarada Tuan, quien era parte del equipo designado para acompañarme durante la visita a Hanoi, me pregunta si sabía nadar, a lo que respondí afirmativamente. Él me explicó que debía estar preparada: “De presentarse un bombardeo, tenemos que abandonar el vehículo y saltar al río”. Entendí la alerta. El imperialismo se encontraba en medio de su escalada bélica criminal en contra del valiente pueblo vietnamita.
Durante las numerosas visitas que realicé, pude observar que los trabajadores de la ciudad y del campo laboraban con su arma al lado. Era una clara demostración de la determinación de la defensa de la Patria en todo momento. La guerra popular antimperialista se expresaba en un pueblo organizado, disciplinado, consciente y con un altísimo espíritu de lucha. No había el menor rastro de vacilación o miedo.
Tuve la oportunidad de compartir en actividades con trabajadores, campesinos, soldados con su sencillez de pueblo, su fortaleza a toda prueba, su conocimiento de guerreros invencibles y cargados de heroicidad.
Las camaradas de la Unión de Mujeres organizaron una reunión de información de sus actividades en tiempo de guerra y de su preparación para el combate, que tenían que combinar con su atención a la familia y a la educación de sus hijos. El trabajo político del PCV con las mujeres fue determinante en la guerra antimperialista.
Fue una información muy valiosa, que puso en evidencia la solidez de sus convicciones muy superior a la violencia desatada por el imperio en forma de destrucción y las peores atrocidades.
Pude presenciar en una enorme maqueta la escenificación de la histórica batalla de Dien Bien Phu. De manera magistral, un militar explicó el desarrollo de ésta, en la que se selló la victoria sobre los colonialistas franceses, dirigida por el legendario General Vo Nguyen Giap. Este héroe, calificado como uno de los genios militares más importantes de la historia, siguió al frente de la estrategia militar en la guerra contra la invasión yanqui, hasta derrotarlos en Saigón.
Durante mi estadía en Hanoi, me informaron durante una mañana que vendría a visitarme el camarada Ho Chi Minh. No podía imaginar que tendría el enorme privilegio de conocerlo y mucho menos de poder compartir puntos de vista con este admirado y querido líder, quien inspiraba y sigue inspirando a los pueblos del mundo en sus luchas por la independencia y la libertad
Durante nuestro encuentro, se interesó por conocer la situación de salud de Jesús y manifestó su disposición a impulsar la campaña solidaria por su libertad. Hablamos sobre la situación en Vietnam, la invasión yanqui en el Sur y sobre las luchas en Venezuela.
Me cautivó el tono fraterno de sus palabras. Me impresionó enormemente su sencillez, su sabiduría y humildad revolucionaria, que se complementaban de manera magistral y armoniosa. Me apasionó la lógica cristalina y natural de sus señalamientos.
Por supuesto, mucho había leído acerca de esa leyenda viviente que fue el Tío Ho. También aprendíamos entusiastamente en nuestras escuelas de cuadro en Caracas, sus aportes a la ética revolucionaria, al desarrollo de la moral comunista como un motor fundamental del partido comunista y de la revolución.
No cabe la menor duda, en mis seis décadas de militancia revolucionaria ese encuentro constituyó una de las mayores lecciones políticas. Ho Chi Minh fue uno de los ejemplos más elevados del dirigente revolucionario a lo largo de todo el siglo XX.
Él logró cautivar el corazón de los pueblos. Debemos recordar que, con motivo de su centenario, la UNESCO reconoció a Ho Chi Minh como Héroe de Liberación Nacional y eminente hombre de cultura de su nación. Los medios de comunicación del mundo entero lo colocaron entre las personalidades más influyentes del siglo XX.
Recuerdo que el día del acto de cierre en la jornada de solidaridad, recibí un inesperado regalo, un bellísimo vestido vietnamita de color perla. Decidí ponérmelo para asistir el mitin. Fue un acto hermoso, cálido y de gran contenido revolucionario, internacionalismo solidario hacia el camarada Jesús Faría, preso de los esbirros del imperialismo. Fue una expresión inolvidable de solidaridad practicada por los gloriosos pueblo, gobierno y Partido Comunista de Vietnam, que se encontraban agredidos brutalmente por la bestia imperialista yanqui.
También recordamos al héroe Nguyen Van Troi, quien fuera fusilado en 1964 por los invasores yanquis en Vietnam del Sur y se reconoció el audaz y valiente acto de solidaridad de una Unidad Táctica de la Fuerzas Armadas Liberación Nacional (FALN) de Venezuela, compuesta por militantes de la Juventud Comunista, al secuestrar al Teniente Coronel Michael Smolen, subjefe de la CIA en la misión diplomática estadounidense en Caracas, para impedir el fusilamiento de Nguyen Van Troi.
Al llegar a mi habitación pasé revista de todo lo vivido en esos intensos días y pude sentir la admiración, respeto, amor por el pueblo vietnamita. Desde entonces los llevó en mi corazón y sentimientos. Forman parte de mí.
¡VIVA EL PUEBLO DE VIETNAM!
¡VIVA HO CHI MINH!
¡VIVA EL PARTIDO COMUNISTA DE VIETNAM!
Caracas, 14 de mayo de 2020