(VOVworld) – De los 54 grupos étnicos de Vietnam, la comunidad de San Chi dispone de un sistema de altares bastante voluminosos, bajo la influencia de muchas creencias. Además del culto primitivo a los ancestros, el homenaje a los muertos y los ritos a las deidades, los San Chi creen también en las doctrinas confucionista, taoísta y budista.
En el piso más alto de la vivienda, los San Chi rinden tributo a “Ma ham”, el espíritu del fundador de la línea familiar. En el altar a “Ma ham”, se coloca un solo incensario. Para ellos, éste es el altar más sagrado y nadie puede tocarlo salvo en los días festivos o durante grandes acontecimientos. Sin embargo, esta práctica solo la realizan los San Chi residentes en la comuna de Kien Lao, del distrito de Luc Ngan, y la comuna de Le Vien, del distrito de Son Dong, en la provincia norteña de Bac Giang, e igualmente en la provincia de Tuyen Quang.
La doctora Dang Thi Hoa, vice directora del Instituto de Familia y Género explicó: “Podemos decir que el culto a “Ma ham” es una práctica politeísta. Dependiendo de cada línea o familia, se instala en casa un altar especial para venerar a este espíritu. Este es símbolo del poder sobrenatural, gestor de las divinidades de la familia que se encargan de atender la salud de todos sus miembros, especialmente los niños. La veneración a “Ma ham” se efectúa dentro de la familia, a finales del año para mostrarle gratitud y en el año nuevo.”
Un altar de los San Chi en Pac Nam, provincia nórdica de Bac Kan
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Debajo está otro altar al Emperador de Jade, cubierto por papeles de color rojo. En este altar, se venera también “Tam thanh”, tres deidades supremas en el taoísmo. De hecho, la comunidad San Chi se ve muy influida por el taoísmo con su filosofía sobre el mundo dividido en tres capas: la superior la habitan el Emperador de Jade y los santos. El espacio medio cobija a las personas y otros seres vivos. Mientras tanto, la tercera capa representa el infierno, que es el mundo de los monstruos y los muertos. Según la concepción de los San Chi, estos espacios están vinculados estrechamente.
Al mismo nivel de este sagrario a la izquierda se coloca el altar a los ancestros, y a la derecha el altar a Las Tres Joyas (Concepto budista, Dharma y Sangha). Por la influencia del budismo, en este altar los San Chi rinden tributos al buda Tathagata o el bodhisattva Maitreya a quienes piden bendiciones. También veneran a Guan Yin, el bodhisattva de la Compasión, con el deseo de librarse de todos los sufrimientos y de la miseria, así como a Bodhisattva Manjushri, para rogarle el conocimiento. Incluso homenajean a Shudanakumara, conocido como un discípulo del Buda que representa la riqueza con el deseo de alcanzar la prosperidad.
Según el doctor Tran Binh, profesor de la Universidad de Cultura de Hanoi, hay una diferencia marcada entre los creyentes San Chi y otros étnicos seguidores del budismo. Tran Binh señaló: “Los San Chi veneran al Buda pero no ofrecen oraciones. Su espacio de culto es también diferente. Si sus seres queridos fallecen jóvenes, les hacen un altar a parte del a los antepasados. Estos suelen ser muy sencillos, de pequeño tamaño, colgados en la pared. Anteriormente eran bien elaborados de buena madera, tallados minuciosamente y pintados de laca.”
Los San Chi en un rito en la Fiesta de la Nueva Cosecha
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También de acuerdo con el experto, en este sistema de altares, si una familia cuenta con un miembro que se desempeña como chamán, debajo de los tres sagrarios antes mencionados, le reservarán un espacio particular al fundador del oficio. En tierra, veneran la deidad de la fortuna, que según los San Chi, se ocupa de la riqueza de la familia.
Se trata de un concepto popular muy particular de este grupo étnico, como lo señaló Tran Binh: “El genio de la fortuna andaba en tierra y le gustaba estar en los rincones, por lo que el altar a él se coloca sobre el suelo. Este murió por consumir comidas venenosas, así pues antes de ofrendarle comida, hay que probarla primero. Por ejemplo, si quieren rendirle una caja de tortas, hay que comer una, o cuando se trata de un cigarrillo, hay que fumarlo un poco.”
Además de este sistema de baldaquines sagrados, los San Chi instalan otros altares en su casa. Para espantar los fantasmas y los demonios, veneran a la divinidad de la puerta. En el dormitorio, rinden tributos a los espíritus para que cuiden la salud de sus mujeres y niños. Los San Chi ven las fuerzas sobrenaturales como algo complicado y muy vinculado con la vida de ellos mismos, y los altares que colocan en casa son considerados puentes entre las personas y el mundo trascendente. Y este credo siempre lo mantienen hasta hoy en día.